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11 de noviembre de 2013

Mis amigos del cole


Nueve de noviembre de dos mil trece, amanece en San Juan de Aznalfarache, toca salir a entrenar, anoche llegué de Málaga, cené con mis padres pero hoy...



Hoy es de esos días que me siento como el niño que fui, como aquel pequeño hombre que cualquier cosa le ilusionaba por insignificante que fuera, como ese hijo que su madre despedía con un beso protector a las puertas de su cole mientras espera a sus compañeros de clase, a sus fieles amigos del “A” del Payán...



Pero la diferencia radica en que hoy sí, hoy mi madre me despide con el mismo beso y aquellos amigos de la infancia han quedado citados en aquella vieja puerta del Payán Garrido, 25 años después, para reencontrarnos y volver a revivir y recordar aquellas jornadas de cole entre pintadas prohibidas de “rotus carioca” en nuestros pupitres, a sentir el olor del polvo de tiza que desprendían los trazados de nuestros pacientes profesores en aquellas pizarras coronadas por la foto del mismo rey que hoy reina, hoy hemos vuelto a contar los minutos que faltan para que suene la sirena que nos daba el pasaporte a un recreo donde nosotros, los chicos, jugabamos al futbol o a “sota-caballo-rey”, y ellas, nuestras chicas, saltaban al elástico o vestían muñecas imaginarias de papel con sus “recortables”.



Hoy Rafael “el portero”, ha bajado del cielo para abrir las puertas del cole y de nuestros corazones a las doce y media.



Pero la vida pasó, la vida nos separó, que curioso, nos separó prácticamente a todos de todos, y nos regaló a cada uno un destino, una aventura que vuelve cargada de hijos, matrimonios, separaciones, divorcios, felicidad, desengaños, fortuna, infortunio, salud, bienestar, riqueza, pobreza... pero una aventura que sobre todo vuelve cargada de pasión, de ilusión, de nervios, de nudos en el estómago y de la necesidad de volver a sentir aquella amistad de la infancia que con el paso de los años queda demostrado que es la más pura y verdadera.



Aquella amistad era profunda e intensa, no había traiciones porque no sabíamos que significaba la traición, no había rencor porque tampoco conocíamos el significado del mismo y si lo pensáis no había absolutamente nada negativo porque aquel universo infantil que nos entregó al umbral de la adolescencia era tan verdadero, mágico y único que todos los buenos valores que un ser humano tiene por condición propia los teníamos a flor de piel y los regalábamos en cada minuto que aquellas aulas, aquellos patios y aquellas tardes fuera de clase nos otorgaba.



Y por todo ésto sois mis amigos, no he necesitado tener contacto, no he necesitado veros, no he necesitado saber de vuestras vidas, pero si alguna vez alguien en estas más de dos décadas me hubiese preguntado por cualquiera de vosotros, mi respuesta hubiese sido: Eran mis amigos del cole, mis amigos de la infancia.



Hoy es de esos días en los que mi reloj ha retrocedido a un inolvidable pasado, hoy mi mochila no iba cargada con el “Senda 5”, ni llena de “cuardenillos Rubio”, ni de estuches con aquellos lapices staedler de rayas negras y amarillas con la mina rota y el extremo rojo mordisqueado por mis dientes, mi maleta no portaba el estuche de “plastidecor”, ni un sacapuntas perdido al fondo de la bolsa acompañado de migajas de goma de borrar “milán”, tampoco iba en uno de mis cuadernos de anilla aquella carta de amor que nunca entregué por vergüenza pero que cada día leía en mi memoria al verte entrar por la puerta de clase.



Hoy mi mochila pesa más que nunca, apenas puedo portarla y nos es por el paso de los años.



Hoy sustituyo aquel material escolar por abrazos sinceros y besos que esperan a que el conejo de la suerte se pose en la palma de mi mano, por la ilusión de renovar la amistad olvidada. Lleno mi mochila de gestos de cariño, de sonrisas, de historias e imágenes imborrables, de secretos no contados que hoy desvelaré, de recuerdos compartidos y sobre todo de mucha alegría, muchas risas y muchas experiencias vividas durante tantos años.



Ha sido mucho lo vivido hoy, faltarían muchas citas como ésta para compensar tantos años sin contacto, pero ha merecido mucho la pena volver a veros y sentiros.



Han pasado muchos años y no podemos permitir que vuelvan a pasar, vosotros que estáis tan cerca haced por veros, los que estamos algo más lejos estaremos vigilantes de que suceda y, si no todos porque sea complicado, si algunos si podéis hacedlo por favor.



Son muchas las sensaciones que hoy mi corazón y mi alma se traen de vuelta pero por encima de todo una que no sabría como explicar pero que parece mentira.



Dos personas que fueron amigos en el cole, que perdieron la pista con 13 años y la recuperan 25 años más tarde se ponen a hablar, conversan, se cuentan cosas, comparten gestos, abrazos, risas y la sensación es que la última vez que se vieron fue el día antes, ayer mismo...



¿No es eso increíble?



A veces el tiempo es eso, sólo tiempo, al igual que las personas somos eso, solamente personas y así pasen mil años, aparezcan mil canas o mil arrugas en nuestra piel, la esencia que deja la amistad pura y verdadera, la amistad de la infancia, la amistad que no se deja manchar por crisis, hipotecas, demagogias, envidias e hipocresías, esa amistad que hemos sido capaces de volver a sentir hoy no se pierde, no desaparece y permanece en nuestro interior para siempre, porque aquellos años fueron simplemente maravillosos, únicos e irrepetibles y dejaron en nosotros una huella tan profunda que ni el oportuno “alemán” que todos conocemos puede hacer borrar de esa memoria envuelta en esa niñez inocente que todos llevamos en lo más profundo de nuestros corazones y no de nuestro cerebro.



Raúl, Eva, Virginia, Juanca, Sara, Joaquín Pedro, Oscar, Santi, Emma, Mariló, Montse, Isa, Mari Ángeles, Jose Ángel, Alejandro y a todos los que no habéis podido asistir gracias por el esfuerzo, por la pasión que habéis puesto, gracias por hacerme sentir de nuevo un niño, gracias por vuestra energía, gracias por descubrir y decirme que después de tantos años sigo siendo el mismo y sobre todo gracias, muchas gracias y un millón de gracias por mantener y cuidar en un rincón de vuestra alma nuestra amistad.



Nos vemos dentro de otros 25 años...



Pero para contar los próximos 24 encuentros, como mínimo, que tengamos.

3 comentarios:

Eva Bellido dijo...

Me has emocionado, muchísimo..Eres genial! Pero tú eres gran parte de esta historia! GRACIAS AMIGO!!

Anónimo dijo...

ERES GRANDE, MUY GRANDE.

VIRGY VSC dijo...

No había podido leerlo hasta hoy, como siempre otra gran entrada en este blog... no me canso de leerlas... Ésta en concreto me ha recordado la quedada con los compañeros de la facultad.. son momentos increíbles! Gracias Antonio por compartirlo!