Nueve de noviembre de dos
mil trece, amanece en San Juan de Aznalfarache, toca salir a
entrenar, anoche llegué de Málaga, cené con mis padres pero hoy...
Hoy es de esos días que
me siento como el niño que fui, como aquel pequeño hombre que
cualquier cosa le ilusionaba por insignificante que fuera, como ese
hijo que su madre despedía con un beso protector a las puertas de su
cole mientras espera a sus compañeros de clase, a sus fieles amigos
del “A” del Payán...
Pero la diferencia radica
en que hoy sí, hoy mi madre me despide con el mismo beso y aquellos
amigos de la infancia han quedado citados en aquella vieja puerta del
Payán Garrido, 25 años después, para reencontrarnos y volver a
revivir y recordar aquellas jornadas de cole entre pintadas
prohibidas de “rotus carioca” en nuestros pupitres, a sentir el
olor del polvo de tiza que desprendían los trazados de nuestros
pacientes profesores en aquellas pizarras coronadas por la foto del
mismo rey que hoy reina, hoy hemos vuelto a contar los minutos que
faltan para que suene la sirena que nos daba el pasaporte a un recreo
donde nosotros, los chicos, jugabamos al futbol o a
“sota-caballo-rey”, y ellas, nuestras chicas, saltaban al
elástico o vestían muñecas imaginarias de papel con sus
“recortables”.
Hoy Rafael “el
portero”, ha bajado del cielo para abrir las puertas del cole y de
nuestros corazones a las doce y media.
Pero la vida pasó, la
vida nos separó, que curioso, nos separó prácticamente a todos de
todos, y nos regaló a cada uno un destino, una aventura que vuelve
cargada de hijos, matrimonios, separaciones, divorcios, felicidad,
desengaños, fortuna, infortunio, salud, bienestar, riqueza,
pobreza... pero una aventura que sobre todo vuelve cargada de pasión,
de ilusión, de nervios, de nudos en el estómago y de la necesidad
de volver a sentir aquella amistad de la infancia que con el paso de
los años queda demostrado que es la más pura y verdadera.
Aquella amistad era
profunda e intensa, no había traiciones porque no sabíamos que
significaba la traición, no había rencor porque tampoco conocíamos
el significado del mismo y si lo pensáis no había absolutamente
nada negativo porque aquel universo infantil que nos entregó al
umbral de la adolescencia era tan verdadero, mágico y único que
todos los buenos valores que un ser humano tiene por condición
propia los teníamos a flor de piel y los regalábamos en cada minuto
que aquellas aulas, aquellos patios y aquellas tardes fuera de clase
nos otorgaba.
Y por todo ésto sois mis
amigos, no he necesitado tener contacto, no he necesitado veros, no
he necesitado saber de vuestras vidas, pero si alguna vez alguien en
estas más de dos décadas me hubiese preguntado por cualquiera de
vosotros, mi respuesta hubiese sido: Eran mis amigos del cole, mis
amigos de la infancia.
Hoy es de esos días en
los que mi reloj ha retrocedido a un inolvidable pasado, hoy mi
mochila no iba cargada con el “Senda 5”, ni llena de
“cuardenillos Rubio”, ni de estuches con aquellos lapices
staedler de rayas negras y amarillas con la mina rota y el extremo
rojo mordisqueado por mis dientes, mi maleta no portaba el estuche de
“plastidecor”, ni un sacapuntas perdido al fondo de la bolsa
acompañado de migajas de goma de borrar “milán”, tampoco iba en
uno de mis cuadernos de anilla aquella carta de amor que nunca
entregué por vergüenza pero que cada día leía en mi memoria al
verte entrar por la puerta de clase.
Hoy mi mochila pesa más
que nunca, apenas puedo portarla y nos es por el paso de los años.
Hoy sustituyo aquel
material escolar por abrazos sinceros y besos que esperan a que el
conejo de la suerte se pose en la palma de mi mano, por la ilusión
de renovar la amistad olvidada. Lleno mi mochila de gestos de cariño,
de sonrisas, de historias e imágenes imborrables, de secretos no
contados que hoy desvelaré, de recuerdos compartidos y sobre todo de
mucha alegría, muchas risas y muchas experiencias vividas durante
tantos años.
Ha sido mucho lo vivido
hoy, faltarían muchas citas como ésta para compensar tantos años
sin contacto, pero ha merecido mucho la pena volver a veros y
sentiros.
Han pasado muchos años
y no podemos permitir que vuelvan a pasar, vosotros que estáis tan
cerca haced por veros, los que estamos algo más lejos estaremos
vigilantes de que suceda y, si no todos porque sea complicado, si
algunos si podéis hacedlo por favor.
Son muchas las
sensaciones que hoy mi corazón y mi alma se traen de vuelta pero por
encima de todo una que no sabría como explicar pero que parece
mentira.
Dos personas que fueron
amigos en el cole, que perdieron la pista con 13 años y la recuperan
25 años más tarde se ponen a hablar, conversan, se cuentan cosas,
comparten gestos, abrazos, risas y la sensación es que la última
vez que se vieron fue el día antes, ayer mismo...
¿No es eso increíble?
A veces el tiempo es eso,
sólo tiempo, al igual que las personas somos eso, solamente personas
y así pasen mil años, aparezcan mil canas o mil arrugas en nuestra
piel, la esencia que deja la amistad pura y verdadera, la amistad de
la infancia, la amistad que no se deja manchar por crisis, hipotecas,
demagogias, envidias e hipocresías, esa amistad que hemos sido
capaces de volver a sentir hoy no se pierde, no desaparece y
permanece en nuestro interior para siempre, porque aquellos años
fueron simplemente maravillosos, únicos e irrepetibles y dejaron en
nosotros una huella tan profunda que ni el oportuno “alemán” que
todos conocemos puede hacer borrar de esa memoria envuelta en esa
niñez inocente que todos llevamos en lo más profundo de nuestros
corazones y no de nuestro cerebro.
Raúl, Eva, Virginia,
Juanca, Sara, Joaquín Pedro, Oscar, Santi, Emma, Mariló, Montse,
Isa, Mari Ángeles, Jose Ángel, Alejandro y a todos los que no
habéis podido asistir gracias por el esfuerzo, por la pasión que
habéis puesto, gracias por hacerme sentir de nuevo un niño, gracias
por vuestra energía, gracias por descubrir y decirme que después de
tantos años sigo siendo el mismo y sobre todo gracias, muchas
gracias y un millón de gracias por mantener y cuidar en un rincón
de vuestra alma nuestra amistad.
Nos vemos dentro de otros
25 años...
Pero para contar los
próximos 24 encuentros, como mínimo, que tengamos.
3 comentarios:
Me has emocionado, muchísimo..Eres genial! Pero tú eres gran parte de esta historia! GRACIAS AMIGO!!
ERES GRANDE, MUY GRANDE.
No había podido leerlo hasta hoy, como siempre otra gran entrada en este blog... no me canso de leerlas... Ésta en concreto me ha recordado la quedada con los compañeros de la facultad.. son momentos increíbles! Gracias Antonio por compartirlo!
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