Terminaba aquel 2010 de una manera casi inimaginable.
Empezaba este 2011 que acaba con muchos sueños y experiencias dando paso a un 2012 difícil de mejorar pero con la esperanza puesta de que al menos seamos capaces de igualarlo.
Y que me deja el 2011…
Los primeros latidos me llegaron rodeado de amigos en Olivenza y pocos días depués recuperé la magia de aquel fin de semana en Añoreta el día de mi cumpleaños sintiendo que los Reyes Magos existen.
Me quedé a las puertas de las Minas de la Trinidad, toqué suelo en el frío manto nevado de la Sierra granadina.
Degusté vinos en Valdepeñas al arropo de molinos de viento en Campos de Criptana y un espigón apareció iluminado con velas una enamorada noche de febrero.
Caminé por la rivera del Tamesis y comí tallarines en Canden Town.
Vibré y me emocioné la noche del Viernes de Dolores al ver como ante mí apareció de nuevo ese ángel, que cuando menos lo esperas, ahí está. El barco de San martín llegó otro Miércoles Santo a su barrio, y yo, un privilegiado bajo sus trabajaderas.
Dancé capoeira en un embarcadero de Playa de Muro, me asomé al Balcón de Competa para observar a lo lejos el Mar Tirreno.
Estuve con mis amigos de Los Aslandticos deleitandome con su concierto a los pies del teatro romano de Málaga antes de trasladarme a una apasasionada noche en los años 50.
Elviria y Rosario, enceladas, competían para que decidiera con quien quedarme y compartir sus aguas.
Me adentré en el verdor de Galicia, paseando junto a los Molinos de Zamans y recreé mi palatar de percebes y langostas en Baiona celebrando el más bello día de la hija de Verino.
El vino de Oporto acompañaba la puesta de sol a espaldas del Duero en Gaia, y Aveiro me embarcó en sus canales como de una Venecia portuguesa se tratase.
Fernando y Sandra me devolvían a Badajoz para ser testigo de su amor en la bella y maravillosa iglesia de la Soledad. Hoy, ya esperan su primer hijo.
Carlos y Elena, vuelven en verano, a aquella casa mata del barrio de Huelin que sirvió de cobijo a mi llegada a Málaga. La dulcura de ella y la travesura de él convierten el entorno en único y maravilloso.
En 2011, no falté a mi cita con los Baños del Carmen, regresé al teatro después de mucho tiempo, descubrí el Peñón del Cuervo.
Vi amanecer desde el ático de un hotel en Sancti Petri, metido en un jacuzzi, tras una larga noche precedida por un gabinete de crisis donde cinco amigos mandamos “al carajo la conciencia”.
Volví a la habitación 315 del Caledonia un año después de aquel encuentro, bajé a la playa de la Fontanilla, tomé el sol en el Palmar, me abrasé como un cangrejo en la orilla de Torrox y sentí la flama de la hoguera de San Juan en la Misericordia.
Beto y su gente (Luarna Lubre) me levantaron de mi asiento en el Cervantes…
Y llegó el dos de julio.
Los acordes de un humilde músico y la compañía de un manto de estrellas en plena naturaleza pueden hacer que asistas al mejor concierto del mundo y tengas la mejor compañía en la más maravillosa velada que jamás viví.
Vivir es un estado maravilloso, sentir la vida es fascinante y cada momento y experiencia lograda sumará a tu haber y hará que todo sea más fácil.
2011 también me dejó el baño desnudo en las playas de Tarifa, convertirme en pez en las profundidades de las aguas Maltesas. Me dejó un firmamento estelar al mirar el cielo en la noche blanca de El Gastor en la Sierra de los Pueblos Blancos.
Subí el Río Chillar, probé el delicioso menudo de Casa Pepa en Carratraca, volví a sentirme futbolista y participé, sintiéndome privilegiado en el TBM.
Me perdí por las callejas de Eze a las puertas de los Alpes mediterraneos, cosí redes de pescadores en el puerto de Livorno, observé Roma con todos sus infinitos detalles, busqué a Maradona por cada rincón de Nápoles y sentí la libertad de un pueblo por las calles de Túnez.
Gané un gran número de amigos compartiendo la vida single en la cubierta 11 de un barco en mitad del Mediterraneo.
También he tocado la fría pared de la “Barraca X” de Dachau, donde miles de inocentes fueron calcinados en el genocidio alemán, pero tambien he pisado donde muchos encontraron la libertad que nunca pensaron que tendrían.
Y he regalado la Navidad paseando por mercadillos navideños en Baviera.
Termina 2011, llega 2012 y tengo la sensación de que he vivido un año.
Porque vivir no es sencillamente sumar días a tu corta vida, vivir es sentir que cada día que pasa desapercibido lo has perdido y no vuelve. Por ello intento vivir cada día como si fuese el último e intento (siempre que la salud lo permita) que mi vida sea un cúmulo de experiencias y vivencias que dejen marca y huella para siempre.
Este año, amigos, hasta me ha dado por cantar…
Feliz Año a todos los que habéis contribuido con mi blog desde tantos rincones de España y del mundo.
Espero tener cosas que contar el próximo año…
FELIZ 2012
5 comentarios:
Antonio, me has dejado sin palabras.... emocionada y algo identificada.
Gracias por regalarnos tus experiencias durante este 2011 y espero que 2012 esté lleno de nuevas y maravillosas experiencias.
Sigue creciendo como lo haces cada día, porque gente tan grande como tu es la que hace que los demás descubran que la vida puede ser todo lo maravillosa que uno pueda llegar a desear siempre que luche por ello y la viva con intensidad.
Feliz 2012 nos vemos pronto...
Eso sí que es estar vivo y disfrutarlo, y saber contarlo. Que el 2012 sea tan generoso o más en nuevas experiencias, nuevos viajes, nuevas aventuras...y que cuando nos llegue el momento digamos como el poeta: "Confieso que he vivido"
Un saludo
Antonio Quinzan
www.viajesyfotografia.com
Otra vez me has dejado con la boca abierta, que bonito lo relatas....oye porque no te dedicas a escribir algún libro??????? lo digo en serio...´piénsatelo porque lo haces muy bien!!Me pido el primero!! jaja Besos Antonio!!
antoniete me quedo con doa frases que as escrito en la experiencia de viajar,muy muy bonitas!!!!!
Que grande eres, feliz 2012
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