Nathalie Lozano es una amiga viajera, agente de viajes y de esas personas que merece mucho la pena conocer. Ella siempre marca su vida con una sonrisa por delante, es viajera antes que turista y una grandísima profesional. Recientemente ha estado de merecidas vacaciones por Marruecos, viaje que he podido seguir casi de manera simultánea a traves de su perfil de facebook e instagram y me apeteció proponerle que, a su vuelta, escribiese el relato de su experiencia y lo contase en mi blog.
Nathalie dice que "tú mejor universidad es viajar" y después de esta frase que más puedo decir de ella.
Gracias por considerar mi invitación y por el regalo que nos dejas.
Antonio L. Fernández.
Marruecos
Un pais de contrastes, un encuentro que deja huellas
Antes de comenzar a describir este pequeño viaje, necesito decir dos cosas.
La primera, agradecer a mi amigo
Antonio la oportunidad de contar la
experiencia vivida en mi semana de vacaciones, es más, me siento en la
obligación de disculparme de antemano si no puedo transmitir tan bien como él lo
que llevo guardado en la retina.
En segundo lugar comenzaré con algo que le digo a muchos clientes,
que en ocasiones son reticentes a viajar a determinados destinos, como por
ejemplo lo es éste.
Mi consejo es que antes de viajar
uno debe “asesinarse mentalmente” debe matar todo prejuicio y comenzar la
experiencia de viajar con la mente en blanco, ya que sólo de este modo podrás
empaparte al completo de cada cosa que verás, de cada cosa que degustarás y de
cada cosa que vivirás. Y ya no sólo por eso, sino porque viajar con los
problemas de tu lugar de origen no te ayudará a descansar y despejarte.
Cada destino es diferente pero
precioso a su manera, sus gentes, sus costumbres, y en especial Marruecos,
porque jamás te dejará indiferente. Sólo has de descubrirlo. Y te invito con
estas humildes palabras a que lo hagas.
En una semana nunca se descubre
un país, pero existe la posibilidad de llevarte una idea general, yo en esta
ocasión he realizado LA RUTA DE LAS MIL KASBAHS, también se
le llama el Gran sur., y que gran verdad; elegí éste destino porque no sólo
quería ver ciudades que hoy por hoy llevan un camino muy acelerado hacía la
“europeización” (de hecho algunas de ellas como Tánger, Rabat, Casablanca, y
Marrakech ya han cruzado la línea que los separaba de ser ciudades modernas,
llegando incluso a perder el toque Marroquí), sino que tenía la oportunidad de
ver palmerales en mitad de tierra árida, jardines de rosas, dunas de arena y las 1001 kasbahs y ksours que
atestiguan la riqueza y autenticidad de estos lugares.
Mi aventura comienza en Fez,
dónde el tiempo se detiene, ésta es la ciudad que en mi opinión mejor define a
Marruecos, es simplemente auténtica, la ciudad imperial más vieja del reino, que
en sus alrededores es moderna con grandes cafeterías de lujo para degustar
deliciosos Tés, grandes avenidas con fuentes de luces, pero a su vez, una vez que te encuentras con
las puertas del palacio real, tan majestuosas y las dejas atrás te adentras en
una laberíntica medina, patrimonio de la humanidad por la UNESCO que te da la bienvenida con la
famosa puerta azul de Bab Boujloud, una vez cruzas ésta puerta retrocedes siglos
atrás dónde aun se encontraban talleres de los artesanos con un saber hacer
ancestral, latoneros, alfareros, curtidores… niños, carros, burros, viejas
“mobilettes” todo ello concentrado en calles en las que algunas son tan anchas
como mi cuerpo.
Valle del Dades |
Tras dos noches, Fez quedaba atrás
y comencé uno de los trayectos en bus que más me han gustado, el paisaje no
tenía desperdicio, mucha gente quiso descansar y dormir pero yo decidí no perder
detalle de nada, cada pueblo que atravesábamos nos recibía con Dios, Patria y el
Rey, esas tres palabras que coronan las cumbres de cada localidad a modo de respeto
y bienvenida. Íbamos de camino a Erfoud y tras pasar Ifrane, “la petite Suisse”, un pueblito llamado
así porque su vegetación de cedros, sus edificios, y sus calles te hace olvidar
que estas en Marruecos y hace pensar que estas literalmente en una estación de
esquí suiza. Pues tras pasar esta porción de los Alpes, comienza un Oasis
inmenso lleno de palmeras cargadas de dátiles que según nos cuenta el guía
finaliza en Marrakech.
Mientras todos decidían comer el
típico menú de grupo, yo opté por un rico queso de cabra de la zona y el pan
típico, que es como un mollete gigante pero con cierto toque dulcecito, una
auténtica delicia teniendo en cuenta que la degusté bajo una palmera mirándo
hacía un paisaje que aunque árido y desértico no dejaba de ser apacible y una
preciosidad en sí.
Plaza de Jemaa el Fnaa (Marrakech) |
Al llegar a Erfoud descubro un
pueblito de casitas de tonos rojizos y ocre, y pinturas preciosas sobre los
muros de las calles, Erfoud fue el punto de partida para ver un precioso
atardecer en las Dunas de Merzouga a las que accedí en camello, el muchacho que
llevaba mi camello, “Ahmed”, me contaba que el antes era nómada, que la vida era
apacible y sin preocupaciones, pero se cansó de estar sólo con cabras y estaba
encantado por aprender idiomas con los turistas, aunque se a base de llevarlos
en camello por el desierto. Sin duda da que pensar cuantas preocupaciones
absurdas tenemos… pero eso señores es otro tema.
La travesía continua a través
rutas nómadas, continuamos visualizando el inmenso Oasis pero ahora sí en todo su
esplendor… El valle del Dades, las Gargantas del Todra, El Valle de las rosas, y
cientos de Kasbahs, que no son otra cosa que castillos fortificados hechos de
adobe (barro y paja)… cada lugar visitado era si cabía más bonito que el
anterior.. así hasta acabar en Ouarzazate dónde he podido dormir en una preciosa
Kasbah convertida en hotel, el auténtico sueño de las mil y una noches para mí.
Llegados a este punto...la
travesía “salvaje y semi-virgen” de éste viaje se acaba para adentrarnos en un
mundo de ciudades, digamos que pasamos a la europeización de las ciudades y
llegó Marrakech… “la brillante” aquella que tiene todo lo que un turista
necesita. Con su bulliciosa plaza Jemaa el Fna, con todos esos puestecitos cada uno con
algo que ofrecer, comida, especias, lámparas, babuchas… y mis favoritos… los de
dátiles, que gusto al paladar, y que maravilla tomar el té sobre una terraza
viendo el tránsito de locales y turistas. Luego está la Marrakech diurna, aquella con
palacios de concubinas, reyes y eunucos, como el Palacio de la Bahía, o el pulmón de la
ciudad los Jardines de la Menara donde uno simplemente pierde el habla, o donde
me robó el corazón al recordarme a mi querida Giralda, los bonitos jardines de
la Koutubia,
a los que da el nombre el minarete gemelo de la Sevillana.
Jardines de la Koutubia (Marrakech) |
Poco más me queda que añadir ya
que Casablanca sino me equivoco mi anfitrión ya os la describió, sólo decir que
la mezquita es majestuosa, a pie de mar y con esos colores simplemente no podría
encontrar un lugar mejor para dedicarle culto a Alah. Pero es una ciudad muy
moderna en la que traté de localizar una medina para mis últimas compras y por
desgracia apenas cuatro muchachos con mantas en el suelo encontré… paradójico que
muchos de ellos vengan aquí para realizar lo mismo que allí.
Para finalizar, sólo deciros que
Marruecos como veis es un país de contrastes dónde cada uno puede encontrar lo
que quiera buscar, que hay que dejar los prejucios atrás para poder disfrutar y
sólo así, nuestros ojos se abrirán y veremos lo que toda una población nos tiene
que mostrar.
Dunas de Merzouga (Sahara) |
5 comentarios:
Con colaboradores y todo no??? esto mejora, jajajaja. Buen artículo casi mejor que tú.
Muchas gracias Antonio, por ofrecerme la posibilidad de haber participado en tu fantástico blog. Ha sido todo un placer!!!
Bueno Antonio hasta me he emocionado. Mil gracias a ti por ofrecerme esta posibilidad de participar en tu fántastico post. Ha sido todo un placer en serio. Bueno no se si le he dado más veces de las debidas a enviar.. pero tu lo arreglarás. Jajajaja
Un abrazo.
Mi más sincera enhorabuena Natali, me ha encantado disfrutar de tu viaje a este pais de contrastes, porque aunque no lo conozco todo, te dan ganas de adentrarte y vivir esta experiencia.
Marruecos siempre deja huella...Gracias Nathalie y Gracias Antonio!
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