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14 de octubre de 2012

¿Para qué son las guerras?. Trafalgar. De Benito Pérez Galdós.


Desde la perspectiva visual y testigo presencial de la batalla, la pluma de Don Benito nos lleva a través de un viaje de la mano de Gabriel, un joven y valeroso marino, a las mismas entrañas de la batalla librada el 21 de octubre de 1805 cerca del cabo de Trafalgar en las costas gaditanas.

Esta novela despierta en mi un interés por la literatura bélica y como los gestos de honor de aquellos hombres que dejaban su vida en mitad de campos de guerra e infitinitos mares por ineptos monarcas y banderas nacionales, no servían más que para glorificar la leyenda de aquellos que derramaban su sangre por algo que ahora está en entredicho, en constantes disputas y absurdas guerras federales.

La Patria.


Gabriel, un imberbe gaditano de la Caleta, cuenta su vivencia y su heróica historia a bordo del Santísima Trinidad, diseccionada al mínimo detalle y dejando maravillosos trazos de aquella horrible batalla que nunca tuvo que suceder, como todas, y que cambio el rumbo de la historia en Europa y en España.

No entraré a valorar la novela desde un punto crítico que ni domino ni me corresponde pero como en todo lo poco que leo me gusta sacar frases, parrafos o palabras que fuera del argumento en si me llaman la atención e intento copiar en mi memoria y compartirla con los amigos de este blog.

Sólo dejo un par de frases que durante la novela dejan a las claras la injusticia de un conflicto bélico y el porque de cuanta sin razón en el ser humano, que por el simple deseo de la conquista sobre el débil y la ambición desmesurada del que se cree un Dios es capaz de destruir naciones, tierras y vidas humanas.

Ante el cadáver del malogrado Churruca, un oficial inglés de la Royal Navy comentó:

"Varones ilustres como éste no deberían estar expuestos a los azares de un combate, y si conservados para los progresos de la ciencia de la navegación."

Era Gabriel conducido en una lancha a otro barco que debía llevarlo a Gibraltar como prisionero de guerra y siendo apenas un niño de trece o catorce años, embarcado en la Armanda Española y viendo la increible lucha entre marinos, el feroz combate entre embarcaciones, la cantidad de muerte y sangre derramada en la batalla, una vez habiendo sido apresado y conducido en aquella embarcación, cuyos ocupantes eran ingleses y españoles que horas antes eran enemigos acérrimos, se hacía la siguiente pregunta a la que su ilusa juventud daba respuesta.

"¿Para qué son las guerras, Dios mio? ¿Por qué estos hombres no han de ser amigos en todas las ocasiones de la vida como lo son en las de peligro? Esto que veo, ¿no prueba que todos los hombres son hermanos?.
[...]
Pero ya está: Esto de que las naciones han de querer quitarse unas a otras algún pedazo de tierra, lo echa todo a perder, y sin duda en todas ellas debe de haber hombres muy malos, que son los que arman las guerras para su provecho particular, bien porque son ambiciosos y quieren mandar, bien porque son avaros y anhelan ser ricos. Estos hombres malos son los que engañan a los demás, a todos estos infelices que van a pelear; y para que el engaño sea completo, les impulsan a odiar a otras naciones; siembran la discordia, fomentan la envidia, y aquí tienen ustedes el resultado.
Yo estoy seguro -añadía el joven Gabriel- de que ésto no puede durar; apuesto doble contra sencillo a que dentro de poco los hombres de unas y otras naciones se han de convencer de que hacen un gran disparate armando tan terribles guerras, y llegará un día en que se abrazarán, conviniendo todos en no formar más que una sola familia".

Así pensaba el personaje de la novela que setenta años después, en el ocaso de su vida, no había visto llegar ese día y ahora más de dos siglos han pasado de aquella batalla en el Estrecho y todo sigue siendo igual.

Llegará un día en que los hombres se abrazarán, formando todos una sola familia.

No creo que lo veamos.

2 comentarios:

Nathalie Lozano dijo...

No lo habia leido, pero ahora se me ha antojado, fantástico post! pero sí coincido en que es una maravillosa utopía el día en que los hombres se abracen formándo todos una sola familia, que por desgracia ni yo, ni mis hijos, ni los hijos de estos verán.. porque básicamente todos tenemos distintos puntos de vista, y parece que ser que no aprendimos a respetar ese principio básico de que todos tenemos una opinión, la mayoría de los conflictos no ocurren por la diferencia de opinión, sino por el tono que usamos al expresarla. Genial Antonio, otro buenísimo post!

Nathalie Lozano dijo...

No lo habia leido, pero ahora se me ha antojado, fantástico post! pero sí coincido en que es una maravillosa utopía el día en que los hombres se abracen formándo todos una sola familia, que por desgracia ni yo, ni mis hijos, ni los hijos de estos verán.. porque básicamente todos tenemos distintos puntos de vista, y parece que ser que no aprendimos a respetar ese principio básico de que todos tenemos una opinión, la mayoría de los conflictos no ocurren por la diferencia de opinión, sino por el tono que usamos al expresarla. Genial Antonio, otro buenísimo post!