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28 de octubre de 2012

Marruecos. Un pais de contrastes, un encuentro que deja huellas por Nathalie Lozano

Nathalie Lozano es una amiga viajera, agente de viajes y de esas personas que merece mucho la pena conocer. Ella siempre marca su vida con una sonrisa por delante, es viajera antes que turista y una grandísima profesional. Recientemente ha estado de merecidas vacaciones por Marruecos, viaje que he podido seguir casi de manera simultánea a traves de su perfil de facebook e instagram y me apeteció proponerle que, a su vuelta, escribiese el relato de su experiencia y lo contase en mi blog.

Nathalie dice que "tú mejor universidad es viajar" y después de esta frase que más puedo decir de ella.

Gracias por considerar mi invitación y por el regalo que nos dejas.

Antonio L. Fernández.




Marruecos
Un pais de contrastes, un encuentro que deja huellas

Antes de comenzar a describir este pequeño viaje, necesito decir dos cosas.

La primera, agradecer a mi amigo Antonio la oportunidad de contar la  experiencia vivida en mi semana de vacaciones, es más, me siento en la obligación de disculparme de antemano si no puedo transmitir tan bien como él lo que llevo guardado en la retina.  

En segundo lugar comenzaré con algo que le digo a muchos clientes, que en ocasiones son reticentes a viajar a determinados destinos, como por ejemplo lo es éste.
  
Mi consejo es que antes de viajar uno debe “asesinarse mentalmente” debe matar todo prejuicio y comenzar la experiencia de viajar con la mente en blanco, ya que sólo de este modo podrás empaparte al completo de cada cosa que verás, de cada cosa que degustarás y de cada cosa que vivirás. Y ya no sólo por eso, sino porque viajar con los problemas de tu lugar de origen no te ayudará a descansar y despejarte.

Cada destino es diferente pero precioso a su manera, sus gentes, sus costumbres, y en especial Marruecos, porque jamás te dejará indiferente. Sólo has de descubrirlo. Y te invito con estas humildes palabras a que lo hagas.

En una semana nunca se descubre un país, pero existe la posibilidad de llevarte una idea general, yo en esta ocasión he realizado LA RUTA DE LAS MIL KASBAHS, también se le llama el Gran sur., y que gran verdad; elegí éste destino porque no sólo quería ver ciudades que hoy por hoy llevan un camino muy acelerado hacía la “europeización” (de hecho algunas de ellas como Tánger, Rabat, Casablanca, y Marrakech ya han cruzado la línea que los separaba de ser ciudades modernas, llegando incluso a perder el toque Marroquí), sino que tenía la oportunidad de ver palmerales en mitad de tierra árida, jardines de rosas,  dunas de arena  y las 1001 kasbahs y ksours que atestiguan la riqueza y autenticidad de estos lugares.

Mi aventura comienza en Fez, dónde el tiempo se detiene, ésta es la ciudad que en mi opinión mejor define a Marruecos, es simplemente auténtica, la ciudad imperial más vieja del reino, que en sus alrededores es moderna con grandes cafeterías de lujo para degustar deliciosos Tés, grandes avenidas con fuentes de luces, pero a  su vez, una vez que te encuentras con las puertas del palacio real, tan majestuosas y las dejas atrás te adentras en una laberíntica medina, patrimonio de la humanidad por la UNESCO que te da la bienvenida con la famosa puerta azul de Bab Boujloud, una vez cruzas ésta puerta retrocedes siglos atrás dónde aun se encontraban talleres de los artesanos con un saber hacer ancestral, latoneros, alfareros, curtidores… niños, carros, burros, viejas “mobilettes” todo ello concentrado en calles en las que algunas son tan anchas como mi cuerpo.

Valle del Dades

Tras dos noches, Fez quedaba atrás y comencé uno de los trayectos en bus que más me han gustado, el paisaje no tenía desperdicio, mucha gente quiso descansar y dormir pero yo decidí no perder detalle de nada, cada pueblo que atravesábamos nos recibía con Dios, Patria y el Rey, esas tres palabras que coronan las cumbres de cada localidad a modo de respeto y bienvenida. Íbamos de camino a Erfoud y tras pasar Ifrane, “la petite Suisse”, un pueblito llamado así porque su vegetación de cedros, sus edificios, y sus calles te hace olvidar que estas en Marruecos y hace pensar que estas literalmente en una estación de esquí suiza. Pues tras pasar esta porción de los Alpes, comienza un Oasis inmenso lleno de palmeras cargadas de dátiles que según nos cuenta el guía finaliza en Marrakech.

Mientras todos decidían comer el típico menú de grupo, yo opté por un rico queso de cabra de la zona y el pan típico, que es como un mollete gigante pero con cierto toque dulcecito, una auténtica delicia teniendo en cuenta que la degusté bajo una palmera mirándo hacía un paisaje que aunque árido y desértico no dejaba de ser apacible y una preciosidad en sí.

Plaza de Jemaa el Fnaa (Marrakech)

Al llegar a Erfoud descubro un pueblito de casitas de tonos rojizos y ocre, y pinturas preciosas sobre los muros de las calles, Erfoud fue el punto de partida para ver un precioso atardecer en las Dunas de Merzouga a las que accedí en camello, el muchacho que llevaba mi camello, “Ahmed”, me contaba que el antes era nómada, que la vida era apacible y sin preocupaciones, pero se cansó de estar sólo con cabras y estaba encantado por aprender idiomas con los turistas, aunque se a base de llevarlos en camello por el desierto. Sin duda da que pensar cuantas preocupaciones absurdas tenemos… pero eso señores es otro tema.

La travesía continua a través rutas nómadas, continuamos visualizando el  inmenso Oasis pero ahora sí en todo su esplendor… El valle del Dades, las Gargantas del Todra, El Valle de las rosas, y cientos de Kasbahs, que no son otra cosa que castillos fortificados hechos de adobe (barro y paja)… cada lugar visitado era si cabía más bonito que el anterior.. así hasta acabar en Ouarzazate dónde he podido dormir en una preciosa Kasbah convertida en hotel, el auténtico sueño de las mil y una noches para mí.

Llegados a este punto...la travesía “salvaje y semi-virgen” de éste viaje se acaba para adentrarnos en un mundo de ciudades, digamos que pasamos a la europeización de las ciudades y llegó Marrakech… “la brillante” aquella que tiene todo lo que un turista necesita. Con su bulliciosa plaza Jemaa el Fna,  con todos esos puestecitos cada uno con algo que ofrecer, comida, especias, lámparas, babuchas… y mis favoritos… los de dátiles, que gusto al paladar, y que maravilla tomar el té sobre una terraza viendo el tránsito de locales y turistas. Luego está la Marrakech diurna, aquella con palacios de concubinas, reyes y eunucos, como el Palacio de la Bahía, o el pulmón de la ciudad los Jardines de la Menara donde uno simplemente pierde el habla, o donde me robó el corazón al recordarme a mi querida Giralda, los bonitos jardines de la Koutubia, a los que da el nombre el minarete gemelo de la Sevillana.

Jardines de la Koutubia (Marrakech)

Poco más me queda que añadir ya que Casablanca sino me equivoco mi anfitrión ya os la describió, sólo decir que la mezquita es majestuosa, a pie de mar y con esos colores simplemente no podría encontrar un lugar mejor para dedicarle culto a Alah. Pero es una ciudad muy moderna en la que traté de localizar una medina para mis últimas compras y por desgracia apenas cuatro muchachos con mantas en el suelo encontré… paradójico que muchos de ellos vengan aquí para realizar lo mismo que allí.

Para finalizar, sólo deciros que Marruecos como veis es un país de contrastes dónde cada uno puede encontrar lo que quiera buscar, que hay que dejar los prejucios atrás para poder disfrutar y sólo así, nuestros ojos se abrirán y veremos lo que toda una población nos tiene que mostrar.

 Maa salama (hasta pronto).

Dunas de Merzouga (Sahara)

5 comentarios:

Sender dijo...

Con colaboradores y todo no??? esto mejora, jajajaja. Buen artículo casi mejor que tú.

Nat dijo...

Muchas gracias Antonio, por ofrecerme la posibilidad de haber participado en tu fantástico blog. Ha sido todo un placer!!!

Nat dijo...

Bueno Antonio hasta me he emocionado. Mil gracias a ti por ofrecerme esta posibilidad de participar en tu fántastico post. Ha sido todo un placer en serio. Bueno no se si le he dado más veces de las debidas a enviar.. pero tu lo arreglarás. Jajajaja
Un abrazo.

anabel atienza dijo...

Mi más sincera enhorabuena Natali, me ha encantado disfrutar de tu viaje a este pais de contrastes, porque aunque no lo conozco todo, te dan ganas de adentrarte y vivir esta experiencia.

María dijo...

Marruecos siempre deja huella...Gracias Nathalie y Gracias Antonio!