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31 de diciembre de 2011

Un 2011 cargado de experiencias y un 2012 repleto de sueños


Terminaba aquel 2010 de una manera casi inimaginable.

Empezaba este 2011 que acaba con muchos sueños y experiencias dando paso a un 2012 difícil de mejorar pero con la esperanza puesta de que al menos seamos capaces de igualarlo.

Y que me deja el 2011…

Los primeros latidos me llegaron rodeado de amigos en Olivenza y pocos días depués recuperé la magia de aquel fin de semana en Añoreta el día de mi cumpleaños sintiendo que los Reyes Magos existen.

Me quedé a las puertas de las Minas de la Trinidad, toqué suelo en el frío manto nevado de la Sierra granadina.

Degusté vinos en Valdepeñas al arropo de molinos de viento en Campos de Criptana y un espigón apareció iluminado con velas una enamorada noche de febrero.

Caminé por la rivera del Tamesis y comí tallarines en Canden Town.

Vibré y me emocioné la noche del Viernes de Dolores al ver como ante mí apareció de nuevo ese ángel, que cuando menos lo esperas, ahí está. El barco de San martín llegó otro Miércoles Santo a su barrio, y yo, un privilegiado bajo sus trabajaderas.

Dancé capoeira en un embarcadero de Playa de Muro, me asomé al Balcón de Competa para observar a lo lejos el Mar Tirreno.

Estuve con mis amigos de Los Aslandticos deleitandome con su concierto a los pies del teatro romano de Málaga antes de trasladarme a una apasasionada noche en los años 50.

Elviria y Rosario, enceladas, competían para que decidiera con quien quedarme y compartir sus aguas.

Me adentré en el verdor de Galicia, paseando junto a los Molinos de Zamans y recreé mi palatar de percebes y langostas en Baiona celebrando el más bello día de la hija de Verino.

El vino de Oporto acompañaba la puesta de sol a espaldas del Duero en Gaia, y Aveiro me embarcó en sus canales como de una Venecia portuguesa se tratase.

Fernando y Sandra me devolvían a Badajoz para ser testigo de su amor en la bella y maravillosa iglesia de la Soledad. Hoy, ya esperan su primer hijo.

Carlos y Elena, vuelven en verano, a aquella casa mata del barrio de Huelin que sirvió de cobijo a mi llegada a Málaga. La dulcura de ella y la travesura de él convierten el entorno en único y maravilloso.

En 2011, no falté a mi cita con los Baños del Carmen, regresé al teatro después de mucho tiempo, descubrí el Peñón del Cuervo.

Vi amanecer desde el ático de un hotel en Sancti Petri, metido en un jacuzzi, tras una larga noche precedida por un gabinete de crisis donde cinco amigos mandamos “al carajo la conciencia”.

Volví a la habitación 315 del Caledonia un año después de aquel encuentro, bajé a la playa de la Fontanilla, tomé el sol en el Palmar, me abrasé como un cangrejo en la orilla de Torrox y sentí la flama de la hoguera de San Juan en la Misericordia.

Beto y su gente (Luarna Lubre) me levantaron de mi asiento en el Cervantes…

Y llegó el dos de julio.

Los acordes de un humilde músico y la compañía de un manto de estrellas en plena naturaleza pueden hacer que asistas al mejor concierto del mundo y tengas la mejor compañía en la más maravillosa velada que jamás viví.

Vivir es un estado maravilloso, sentir la vida es fascinante y cada momento y experiencia lograda sumará a tu haber y hará que todo sea más fácil.

2011 también me dejó el baño desnudo en las playas de Tarifa, convertirme en pez en las profundidades de las aguas Maltesas. Me dejó un firmamento estelar al mirar el cielo en la noche blanca de El Gastor en la Sierra de los Pueblos Blancos.

Subí el Río Chillar, probé el delicioso menudo de Casa Pepa en Carratraca, volví a sentirme futbolista y participé, sintiéndome privilegiado en el TBM.

Me perdí por las callejas de Eze a las puertas de los Alpes mediterraneos, cosí redes de pescadores en el puerto de Livorno, observé Roma con todos sus infinitos detalles, busqué a Maradona por cada rincón de Nápoles y sentí la libertad de un pueblo por las calles de Túnez.

Gané un gran número de amigos compartiendo la vida single en la cubierta 11 de un barco en mitad del Mediterraneo.

También he tocado la fría pared de la “Barraca X” de Dachau, donde miles de inocentes fueron calcinados en el genocidio alemán, pero tambien he pisado donde muchos encontraron la libertad que nunca pensaron que tendrían.

Y he regalado la Navidad paseando por mercadillos navideños en Baviera.

Termina 2011, llega 2012 y tengo la sensación de que he vivido un año.

Porque vivir no es sencillamente sumar días a tu corta vida, vivir es sentir que cada día que pasa desapercibido lo has perdido y no vuelve. Por ello intento vivir cada día como si fuese el último e intento (siempre que la salud lo permita) que mi vida sea un cúmulo de experiencias y vivencias que dejen marca y huella para siempre.

Este año, amigos, hasta me ha dado por cantar

Feliz Año a todos los que habéis contribuido con mi blog desde tantos rincones de España y del mundo.

Espero tener cosas que contar el próximo año…

FELIZ 2012

26 de diciembre de 2011

Felices Fiestas, sentid la Navidad


Desde "LA EXPERIENCIA DE VIAJAR" os deseo una Feliz Navidad y que el año venidero traiga todo el trabajo, la felicidad y la salud necesaria para que 2012 se convierta en el mejor años de nuestras vidas.

Calvín Coolidge dijo que "La Navidad no es un momento ni una estación, sino un estado de la mente", por ello desde este rincón quiero haceros participe de este maravilloso estado que es sentir la Navidad donde la paz, la generosidad y el amor parecen que florecen durante unos días, cuando realmente deberíamos sentirlo siempre.

Sentid la Navidad, pero durante todo el año, todo será mejor así.

Felices Fiestas, que vuestros desean se cumplan.

14 de diciembre de 2011

Detalles de Roma


Definen a Roma de muchas maneras.

La ciudad eterna, la ciudad del amor, la imperial, la de las siete colinas, etcétera.

Yo con el justo tiempo que ofrece mi visita a la capital italiana y teniendo muy claro cual era mi objetivo en Roma, la defino como:

"La ciudad de los detalles".

Porqué Roma en su conjunto es un sinfín de escenas, gestos y fragementos de la historia que hacen que pasear o caminar por sus calles se convierta en algo casi inexplicable e inenarrable.

Pormenorizar en la historia sería muy atrevido por mi parte, de todos es conocido que se le atribuye la típica frase de que "Roma es un museo en la calle".

Pero al margen de coliseos, foros, panteones, palacios, plazas y fuentes yo prefiero fijarme en los detalles que cada uno de estos lugares dejan para el visitante.


Mensajes de amor plasmados en postales de tiendas de souvenirs, musicos entonando "Amarcord" de Nino Rota a sones de saxo, rayos de sol que obligan a un gigante de marmol cubrirse en la Fuente de los Cuatro Ríos de Piazza Navona, una minúscula fuente casi escondida con apenas dos chorros de agua que combate con la majestuosidad que Neptuno da a la Fontana de Trevi.

Neptuno, testigo que fue de aquel baño con Sylvia y Marcelo como protagonistas en la Dolce Vita de Fellini.

Tengo aquella escena grabrada en mi mente desde que era niño, cuando acompoñaba a mi padre viendo peliculas italianas los sábados a mediodía en la "primera cadena" y soñaba que algún día sería Marcelo Mastroianni paseando en la noche romana tras los pasos de Anita Ekberg, esperando aquella invitación de la bella Anita a compartir ese mágico baño en la Fontana de Trevi.

Seguiré soñando...


Roma es eso, detalles. Detalles y más detalles que acontecen y se mezclan uno tras de otro.

Curiosos asomados a balcones y puertas observando y tirando piropos a guapas turistas, porqué no es lo mismo el piropo de un albañil en una obra de tu barrio qué el de un apuesto italiano por esas maravillosas vías de la Roma romántica.

Besos de enamorados por cada rincón de la ciudad, el olor a castaña asada a los mismos piés del Panteón de Agripa, las apetitosas vitrinas de tavola calda por Vía del Corso o el respetuoso rezo de dos monjas hermanas, que con rosario en mano vuelcan sus oraciones frente a la Basilica de San Pedro ante miles de desgastadas sillas que serán descanso de devoción y plegaria para una una futura misa con el Santo Padre.


Detalles y más detalles que no podría contar en un solo capítulo.

Volveré a Roma, seguro. Al menos eso pedí a Neptuno en la Fontana de Trevi lanzando una moneda a su fuente.

Y quién sabe igual me baño en sus aguas con mi Sylvia particular.



Para ver mi galería de fotos de Roma en flickr pincha aquí. Si quieres verlo como una presentación pincha aquí.