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23 de julio de 2013

El tiempo. Nuestra más preciada mercancía (El monje que vendió su ferrari y el viajero que vendió su rolex)

Me he tragado un nuevo libro. De esos que algunos llaman de autoayuda y cuantos más libros de estos leo más me doy cuenta de que menos ayuda necesito porque poco me enganchan a la historia salvo frases lapidarias o capítulos interesantes que aporten algo a tu día a día.

No obstante, “El monje que vendió su ferrari” de Robin Sharma lo que me ha aportado principalmente es la similitud que a veces logras encontrar con estos personajes pseudo-ficticios que dando un giro radical a su vida logran ganar la batalla de su Yo interior y de alguna manera muestran a aquellos que lo leen o leemos, que siguiendo algunas pautas básicas de cómo debemos vivir, nuestra vida puede ser mucho más plena e interesante con nosotros mismos y con quienes nos rodean.

Esta fábula cuenta la historia de un rico y ambicioso abogado que tras sufrir un infarto durante un juicio y estar a punto de la muerte decide cambiar de vida, abandonar sus vicios, sus lujos, su extenuada vida laboral y su envidiada forma de vivir para trasladarse al Tibet junto a los Sabios de Sivana, convertirse en monje y volver un día para transmitir su sabiduría, serenidad, sencillez y armonía a uno de sus antiguos pupilos del bufete de abogados y en consecuencia a la vida que actualmente tiene.

Trece capítulos que permiten obtener una visión de que debemos hacer para ser mejores con nosotros mismos y con todo aquello que tenemos cerca.

Un libro cargado de citas interesantes y que tras terminar de leer su última página me prometí que fuese el último de estas características salvo una deuda que tengo con otro texto que comentaré en otro momento.

Sharma habla en el libro de dominar la mente, de marcar tu propósito en la vida, de vivir con disciplina, de servir desinteresadamente a los otros, de abrazar el presente y de la “más preciada mercancía” que tiene un ser humano.

El tiempo.

La mayoría de la gente cuando nos damos cuenta de lo que realmente queremos y de cómo obtenerlo, suele ser demasiado tarde. La gente joven, eso no lo sabe o no lo quiere y cuando ya no eres tan joven o eres mayor, quizás no puedes.

Dominar el tiempo, dominar tu tiempo. Es dominar la vida, dominar tu vida.

Dominar el tiempo te permite disponer más de él para hacer las cosas que para ti tienen más significado.

El tiempo, tu tiempo, tu paso por la vida es finito, tiene fecha de caducidad con lo cual como bien preciado que es para nosotros, debemos administrarlo correctamente y sobre todo disfrutarlo, sentirlo y vivirlo plenamente. Porque el tiempo hay que devorarlo gustándonos en el presente, haciendo que esa suma de momentos temporales vividos dejen un pasado de calidad, de experiencias únicas abarcando nuestro futuro legado, nuestro aprendizaje continuo, para intentar disfrutar del presente poniendo los cimientos de un futuro prometedor.

Quien fracasa en la planificación de su tiempo, planifica, sin lugar a dudas, su fracaso.

Como decía Julian en el libro. Debemos cuidarnos de aquellos que nos roban el tiempo, no debemos permitir que nadie venga a robarnos nuestra preciada mercancía. Con el tiempo tenemos que ser despiadados, aprender a decir no.

Decir no a muchas pequeñas cosas nos permitirá algún día decir un gran si a algo verdaderamente importante para nosotros y nuestra vida.

No tienes que responder siempre al teléfono, no pasa nada si alguna llamada aparece perdida en tu móvil, ni contestar de manera inmediata a un sms o wassap, no debemos permitir que esos que nos exigen la inmediatez en la respuesta sean dueños de nuestro momento de intimidad y en consecuencia de nuestro tiempo.

No ocurre nada por apagar el móvil, por estar días sin entrar en facebook o twitter. Compruébalo, de verdad, no ocurre absolutamente nada y el tiempo, tu tiempo habrá permanecido durante ese espacio de tu vida pegado a ti esperando a que le des una oportunidad de vivirlo intensamente.

Apagar el móvil y desconectar de redes sociales durante un tiempo no es silenciar tu vida. Silenciar tu vida es apagar el entusiasmo y las ganas por vivir o desconectar de tus propios sueños para convertirlos en inalcanzables, cuando realmente pueden estar al alcance de tu mano.

Quien es dueño de su tiempo vive una vida plena y sencilla. Quien entrega su tiempo a otros pierde la propiedad del mismo y en consecuencia deja que otro se adueñe de su vida.

No podemos vivir pensando como si nos quedaran cien o doscientos años de vida, el tiempo es esa arena que pasa de arriba a abajo del reloj sin que podamos frenar su caída, pero si podemos construir un nuevo reloj con el cuello de vidrio lo más estrecho posible, haciendo que el tiempo pase despacio y permitiendo que toda la arena que caiga y quede en el fondo sea lo más limpia, fina y pura posible.

El libro que acabo de leer cuenta la historia de un monje que vendió su ferrari, que lo dejo todo para purificar y sanar su vida. Un monje que bien podría ser aquel humilde viajero, aquel joven y pequeño empresario que conocí hace más de tres años, un hombre que un día decidió emprender un viaje para alcanzar su sueño, dejándolo todo sin mirar atrás y que tuvo que vender su preciado reloj, un Rolex que le regalaron uno de los días más importantes de su vida para, que curiosa paradoja, ser dueño de su propio tiempo.

Conozco bien a ese viajero que tuvo que vender su reloj para alcanzar sus sueños…

1 comentario:

Fpl dijo...

Querido amigo, muchas veces no nos damos cuenta de lo preciado q es el tiempo, de lo importante q es vivir intensamente, ya q ese reloj q tiene fecha de caducidad sólo nos muestra la lección de vida más humilde q podamos ser, y q muchas veces no sabemos valorarlo o simplemente pasa de largo y no te das cuenta hasta q lo has perdido o quizás al contrario, aprendes una nueva lección q te lleva a ser mejor persona...Mil gracias x compartirlo amigo.