Pido un
café con leche, no se si para matar los nervios o por el simple hecho de lo
maravilloso que es tomar un café entre las cuatro y las cinco de la tarde
cualquier día.
Tres
hombres sentados en una mesa afuera. Pregunto en el bar por Sergio y allí, en
esa mesa junto con Victor y el Carni estaba Sergio sentado, tomando una litrona
y comiendo un bocadillo.
A
veces, por cosas del azar o quien sabe si de forma premeditada te cruzas con gente
en la vida que son especiales por su manera de entenderla y de vivirla.
Sergio
será mi guía, nuestro guía durante la travesía del conocido, increíble y
maravilloso, Caminito del Rey.
Un
saludo, las correspondientes presentaciones y una charla de media hora en la
que rompemos el hielo e intentamos dejar a un lado el miedo o respeto al tan
deseado camino.
Mochila
en ristre, material a la espalda y empezamos la caminata hasta el puente del
tren que da paso al inicio del primer cañón del Desfiladero de los Gaitanes, y
allí, frente a una de las estampas que más me emocionan y me impresionan de
todas las que he visto jamás se presenta, pegado a la pared de manera casi
inexplicable, con la decadencia del paso de los años pero con la belleza
desgastada de las miles de aventuras vividas a través de su recorrido, el Caminito
del Rey.
He ido
en distintas ocasiones y simplemente me he parado y lo he observado. La última
vez prometí que volvería a introducirme en él y vivir la experiencia después de
dos décadas que hizo que lo crucé con un grupo de jóvenes locos, despojados de
miedos y vergüenzas camino de aquellas aventuras en plena naturaleza con poco
más que una tienda de campaña, una cantimplora, un saco de dormir y algunas
latas de conserva para comer.
Ahora
con el respeto que dan los años y con un especial regalo debajo de mi mano, me
pongo a las ordenes del que dicen que es el escalador que mejor conoce ese
paraje y con quien más puedes disfrutar y aprender de la vivencia que es
introducirte en las entrañas mismas del Paraje Natural del Desfiladero de los
Gaitanes.
Sergio
Bernabéu.
No
pienso describir técnicamente el camino, no sabría hacerlo, ni quiero. Pero si
me apetece contar las sensaciones vividas, los momentos que sentí y la
satisfacción personal que a uno le produce conseguir aquello que se propone en
la vida, bien sea a más de 100 metros de caída en un desfiladero o con los
mismos pies en el suelo en cualquier urbe del planeta.
Si
quieres y puedes, ¿porqué no hacerlo?
De
todas las cosas que hablamos durante la ruta, de la historia del Caminito del
Rey, de la vida, de las relaciones personales, de los hijos, de los amigos que
perecieron en la montaña. De todo lo que hablamos me quedo con una frase que
Sergio dijo subiendo ya de vuelta buscando las vías del tren, después de
disfrutar de un baño increíble como premio al esfuerzo en la “playita secreta”
que el desfiladero deja a los pies del final del primer cañón.
Sentir
el riesgo en las cosas que hago, es sentir la libertad como persona.
Y
aquello me quedó marcado a fuego, porque es verdad que, tanto en una
experiencia montañera como es hacer el Caminito del Rey, como en la vida misma.
Si no arriesgas, no vives intensamente y no accedes a situaciones y vivencias
que desde un punto de vista conformista dejarías de vivir y sentir.
En la
vida sólo gana el que arriesga, sólo vence a la adversidad el que se la juega
en todas las facetas de la misma, el que toca el peligro con la punta de los
dedos y pasa al otro lado paladea el triunfo y el que corre riesgos y toma
decisiones es aquel que el destino le tiene preparado todo lo bueno y todo lo
mejor.
Si no
arriesgas, si no das el paso al frente, si no te enfrentas a tus miedos, si no
vences al temor que te acecha no vivirás jamás la mayor sensación que una persona
puede tener.
La
libertad.
No he
subido el Everest, no he cometido ninguna tropelía que ponga mi vida en peligro
ni la de nadie (o eso al menos pienso) pero si he arriesgado, si he hecho el
Caminito del Rey, si he pasado por dos metros de viga sujeto a una pared por
mis manos viendo como a mis pies el desfiladero casi se pierde a mi vista, si
he sentido la fuerza del viento empujando mi cuerpo hacia el vacío, comprobando
una sensación que no tienes dando un paseo por un parque y si creo que he
arriesgado lo suficiente haciendo algo que muchos no se atreverían a hacer
jamás y a la misma vez haciendo algo que para otros es como ir de compras a un
centro comercial.
He oído
el sonido del silencio envolviendo mi alma, ha salpicado el agua en mi cara
llevada por la brisa que corre de rincón en rincón del caminito, he tendido la
mano a quien le cuesta trabajo dar el siguiente paso, he pedido ayuda para
abrir mi mosquetón y alguien lo ha abierto, he tocado la fresca pared del
desfiladero para sentir como respira la montaña y he presentado mis respetos a
aquellos que perecieron y dejaron sus vidas por el mismo lugar que yo caminaba.
¿Tenía
miedo y respeto antes de hacer el Caminito del Rey?
– Sí, como tantas veces en
la vida antes de tomar difíciles decisiones.
¿Pensé
en darme la vuelta antes de dar el primer paso?
– Sí, como tantas vueltas me he
dado, fracasando en intentos que a la larga no sirvieron de nada.
¿Arriesgué
y di el paso al frente?
- Sí, como hago ante situaciones muy delicadas pero que
de alguna manera siento que lo que me espera luego es maravilloso.
¿Disfruté
de la experiencia después de arriesgar?
– Sí, como no puede ser de otra manera.
¿Volvería
a arriesgar y repetir el Caminito del Rey?
– Sí, siempre sí. Porque arriesgando
en la vida es la única manera en la que te puedes sentir libre y puedes
convertir tus sueños en realidad.
Yo como
en tantas ocasiones, vuelvo a arriesgar y vuelvo a cumplir un sueño, vuelvo a
regalar y regalarme un sueño.
Hacer
el Caminito de Rey.
¿Cual es tu sueño? Si no arriesgas, no se cumplirá...
¿Cual es tu sueño? Si no arriesgas, no se cumplirá...
Gracias Sergio por tu compañía y por tu manera de ver y sentir la vida
2 comentarios:
SI NO ARRIESGAS ...NO GANAS...Y LO QUE ES PEOR ...NO APRENDES.UN BESO CRACK
Como te envidio tio. Eres mi ídolo!!!
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