Me pone en la pista de este lugar practicamente desconocido para muchos Ignacio Jauregui y desde entonces estaba yo con la mosca tras la oreja intentando buscar un hueco para ir a visitar este camposanto.
Pasa desapercibido para muchos y una vez que atraviesas la verja que da a la Avenida de Pries os puedo asegurar que te sumerges en otra época, en un entorno misterioso como sacado de una obra de Arthur Conan Doyle, como si por algún rincón de la finca pudiese aparecer el mismo Sherlock Holmes y si me apuras casi que puede olerse el humo de su tabaco de pipa.
Pero más allá de escinificaciones del Londres del siglo XIX, este cementerio está en Málaga, junto a la playa, cerca del centro y entre sus muros esconde maravillosas y dramáticas historias de aquellos que buscaban descansar en paz cuando por derecho propio no podían.
Entre frío marmol, bellas esculturas como la de Annie, delicados epitafios, cruces celtas, conchas marinas y otros muchos detalles que decoran los cientos de sepulcros, hay personajes que yacen después de haber dejado un gran legado para todos.
Jorge Guillén, Joseph Noble, Gerald Brenan entre otros están sepultados en este espacio y otros muchos notables de la época.
Niños castigados por epidemias y personas que el paso del tiempo solo dejó una placa enumerada clavada sobre un inapreciable túmulo, que sirve de identificación anónima para alguien que seguro que dejó una historia importante como legado.
Reconocimientos militares, restos mortales de naúfragos del SMS Gneisenau, fusilados del fracasado movimiento militar de 1831, pero de entre todos los enclaves, los rincones, los enterramientos, me quedo con el de Violeta Pautard, la pequeña Violette, de apenas treinta días de vida cuyo minúsculo sepulcro supera al mayor de los mausoleos desmostrando que la inocencia y la sencillez siempre estarán por encima de la relevancia y la ostentosidad.
Treinta días, "...ce que vivent les violettes...", lo que viven las violetas.
Niños castigados por epidemias y personas que el paso del tiempo solo dejó una placa enumerada clavada sobre un inapreciable túmulo, que sirve de identificación anónima para alguien que seguro que dejó una historia importante como legado.
Reconocimientos militares, restos mortales de naúfragos del SMS Gneisenau, fusilados del fracasado movimiento militar de 1831, pero de entre todos los enclaves, los rincones, los enterramientos, me quedo con el de Violeta Pautard, la pequeña Violette, de apenas treinta días de vida cuyo minúsculo sepulcro supera al mayor de los mausoleos desmostrando que la inocencia y la sencillez siempre estarán por encima de la relevancia y la ostentosidad.
Treinta días, "...ce que vivent les violettes...", lo que viven las violetas.
3 comentarios:
Fantásticas fotografías. Si vuelves un domingo podrás ver y captar imágenes de una feligresía protestante entretenidísima de ver: de un lado, negros caribeños vestidos de colores imposibles; de otro, ingleses crudos en tonos pastel, impermeables al ambiente.
OOOOOOOh!!! Q bonito y a la vez q escalofriante.
Me encantó el cementerio inglés, hace poco lo visité y lo recomiendo a cada viajero en Málaga. Felicidades por el post.
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