Adharanand Finn es un corredor que en
un momento determinado, tras caer en la tediosa rutina del día a día
laboral, social y familiar decide recuperar algo que le pertenece,
algo de lo que disfrutó tiempo atrás y que necesita volver a
incorporar a su vida cotidiana.
Finn, autor de este recomendable libro,
decide un día desempolvar sus viejas zapatillas y recuperar una de
sus grandes pasiones, si no la mayor.
La pasión por correr.
“Correr con los keniatas”, al
margen de alguna recomendación técnica, opiniones de gente muy
relevante en el panorama atlético y datos muy interesantes sobre
corredores y competiciones, digo, este libro es un interesante viaje
hacia la aventura personal y el sueño de un corredor que decide
convivir, entrenar y preparar el temido Maratón de Lewa junto a los
mejores corredores de fondo del planeta. En su hábitat, sumándose a
sus costumbres deportivas y de entrenamiento, con el afán de
encontrar el secreto de porqué en este rincón de la tierra nacen y
se desarrollan los atletas más veloces y de mayor resistencia que
dominan las grandes carreras de fondo por todo el mundo.
¿Entrenan descalzos? ¿es la zancada?
¿la alimentación? ¿entrenamientos especiales? ¿el clima, la
altitud?
¿Dónde está y cual es el secreto de
los corredores keniatas?
Sobre todas estas cuestiones se
desarrolla parte del libro, para llegar a la conclusión de que no
hay secreto y a la vez, bajo mi opinión, el secreto lo es todo en su
conjunto.
Del texto me quedo, como suelo hacer
cada vez que leo, con esos pequeños detalles, esas frases que pueden
parecer inadvertidas pero que son la esencia de mi lectura y que las
hago mias, no se si buscando un acercamiento de escritor a “escritor”
o de persona a “persona”.
La importancia del cambio de
mentalidad. Fundamental para arrancar y conseguir tus metas, el
cambio que provoca que mientras antes te quedabas sentado cómodamente
en tu sofá tras llegar de una dura jornada de trabajo, ahora gracias
a esa dosis de tenacidad que, por ejemplo, poseen los corredores
keniatas, te cambias de ropa, te calzas tus inseparables zapatillas y
sales a entrenar, sales a correr.
Porqué como cuenta Finn corres porqué
cuando terminas de hacerlo te siente a gusto, en paz con el mundo,
como si acabaras de cubrir una necesidad innata.
Yo soy de los que pienso, después de
más de un año de duro entrenamiento para lograr mis retos que
correr es algo que todos debemos hacer casi por obligación, que es
posible que muchos ni lo hagan, ni lo intenten, pero que es esencial
en la raza humana.
El hombre antaño para comer necesitaba
correr tras su presa, los niños juegan y corren sin cesar y de
adultos correr nos aporta libertad, desconexión de la rutina y una
vida saludable en torno a la practica del deporte más simple y
sencillo que es, correr.
Correr forma parte de lo que nos hace
humanos.
Tambien se cuenta que los corredores
keniatas no entrenan con cronómetros, ni pulsómetros. Se levantan a
las 4 ó 5 de la mañana y directamente salen a correr. Circuitos
marcados en el terreno campo a través y carretera arriba y abajo.
Hoy tocan 20 kilómetros, mañana 15, pasado 30 pero cuando terminan
no miran un reloj para ver que tiempo han realizado y en cuanto han
hecho el kilómetro.
Sencillamente corren por sensaciones.
Patrick Makau uno de los mejores
atletas keniatas de la historia reciente nunca lleva reloj y, por
ejemplo, batió el récord del mundo de Maratón en Berlín 2011 sin
saber que tiempo haría hasta que cruzó la meta en la capital
alemana y como él, muchos otros corredores.
Patrick Makau, Maratón de Berlín 2011 |
Leyendo este libro, en mis últimas
vacaciones, mientras entrenaba, tomé una decisión: Correré mi
primer maratón sin reloj, sin referencia de tiempos alguna.
Saltaré al asfalto para completar
corriendo los 42 kilómetros por sensaciones y a disfrutar plenamente
de la carrera y de la experiencia.
Para terminar me quedo y comparto la
opinión y los motivos que este escritor británico tiene para
argumentar el porqué de cambiar de hábitos un día, de romper con
la rutina y de construir nuevos sueños para vencer a la monotonía y
a uno mismo en su interior.
¿Porqué desempolvamos un día
nuestras viejas zapatillas y empezamos a correr?
No es que quiera lograr un objetivo
específico. Sólo pretendo evitar que un día, al mirar atrás, deba
lamentar no haberme concedido nunca una oportunidad decente para ver
hasta dónde sería capaz de llegar.
Y ésto, bien puede aplicarse a
cualquier faceta de la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario