He
vuelto a caminar por senderos marcados por flechas amarillas y conchas
peregrinas.
Hoy he
iniciado, quien sabe, si un nuevo Camino de Santiago.
Veredas,
senderos, cruces, arroyos y cantos de pájaros compartiendo la ruta. Trigales,
cortijos, pastores, rebaños, perros ladrando y amapolas a mi paso.
Y no
por tierras gallegas, ni por caminos franceses, portugueses o primitivos.
Por el
sur, por mi otra tierra, la Costa del Sol y a escasos kilómetros del mar mediterráneo.
Hay un
camino que hoy he descubierto, que hoy sale a mi encuentro y que une Málaga con
Córdoba y la ciudad califal con Mérida, para luego desde allí buscar la gloria
peregrina por la Vía de la Plata hasta Santiago de Compostela.