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1 de mayo de 2012

La belleza nazarí de una noche en La Alhambra


La tarde va cayendo dando paso a una luna llena que permitirá mostrar la belleza sin igual del tesoro de Granada.

He ascendido el Cerro de la Sabika hasta la puerta del Palacio de Carlos V y allí me esperan el resplandor de una estrella, el sonido del agua y la fragancia de un tiempo pasado que perdura en los zocalos de mosaicos del Palacio Nazarí.

Bordeo estrechos pasillos pareciendo que pueda cruzarme con la hermosura de la favorita del sultán, me reflejo en la fuente de los Abencerrajes con su techo de fondo, y no soy nadie.

El Albaicín clava su mirada y es testigo privilegiado de "La Roja", mientras yo busco las letras de un poema de Lorca desvanecidas por el Patio de los Arrayanes.

Siento los pasos de Morente caminando hacia mi, entonando esa zambra que solo su estirpe puede hacerla llegar a lo más frodundo de mi flamenco, y te siento cantar Estrella...

Agua, luna y aire son los testigos de mi encuentro con La Alhambra.

Allí estabas, altiva, engalanada y sencilla esperando mi llegada y deseando que mi alma volviera a entregarse a tu belleza, a esa deslumbrante gracia que tus paredes ofrecen a todo aquel que se postra ante tí, queriendo ser aquel sultán que te retuvo en el tiempo creyendo que eras el paraiso terrenal.

Eres tu La Alhambra.

Eres la belleza nazarí que tanto busqué en mis sueños, eres el palacio deseado de todo aquel que quiso ser tu dueño y no pudo, eres el sueño de una noche donde la luna ilumina mi cara mostrando mi respeto ante ti, Granada, ante tí mi Alhambra.

No hay otro lugar, no lo hay, no hay otra noche, no la hay.

Sólo tú Alhambra, solo tú Granada, sólo...








1 comentario:

VIRGY dijo...

como siempre genial! Una fantástica descripción de un encuentro con la Alhambra! No hay visita a este lugar que te pueda dejar indiferente por muchas veces que vayas! un abrazo