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12 de octubre de 2011

Esa extraña patología mental llamada viajar...



En el pasado #TBMAGP viví un momento muy especial y emocionante que recordaré durante mucho tiempo.

Antonio Quinzan (viajesyfotografia.com) tomó la palabra en la conversación viajera 2.0 y durante cinco minutos atrajo la atención de decenas de "enfermos" como él que allí presentes fuimos capaces de tocar con nuestras manos y ver con nuestros ojos cada uno de los lugares donde él ha vivido, experimentado y sentido.

Gracias Antonio por aquél maravilloso regalo que hoy me tomo la licencia de hacer llegar a mi reducido grupo de fieles seguidores por que sencillamente: "Lo siento, no puedo evitarlo, lo siento no puedo evitarlo..."

Aquí os dejo su conversación:

Esto va dedicado a todos los que sufren de esa extraña patología mental llamada viajar...

Hace algunos años decidí hacer realidad uno de mis sueños: viajar a Japón. Tras dos maravillosas semanas recorriendo el país, el regreso a casa me deparó una sorpresa: mi novia de entonces me esperaba con sus maletas en la puerta y un gatito en los brazos. Mientras salía de mi vida me decía: ahí te quedas con tus viajes y con un gato para que te haga compañía.

A partir de entonces me he preguntado muchas veces, cada vez menos esa es la verdad, si seré un bicho raro por preferir recorrer el zoco de Marrakesh o el mercado indígena de Chichicastenango, a meterme en un Carrefour.

O si seré un pervertido por recorrer miles de Km. hasta Ciudad del Cabo para meterme en una jaula de acero mientras a mi alrededor nadan excitados unos enormes tiburones blancos.

¿Estaré loco de atar porque después de un vuelo de 13 horas, me meto otras 5 conduciendo por Uruguay jugándome el tipo?...Y ¿para qué?…pues para ver uno de esos atardeceres mágicos rodeado de lobos marinos a los pies del faro de Cabo Polonio.

¿Estaré mal de la cabeza por hacerme la ruta maya en auto-stop rodeado de indígenas, pavos, pollos y chanchos? ¿Por recorrerme Petra corriendo para aprovechar hasta el último minuto de mi estancia en ese lugar mágico?

¿Seré un perturbado mental por subir a volcanes en erupción en Guatemala? , ¿Por bucear a más de 40 m. buscando esponjas de colores en Cuba? ¿Por tirarme en paracaídas desde 4.000 m. en los Alpes?

¿Me faltará alguna neurona por meterme en un campo de minas en los Altos del Golán? ¿Por preferir subir de madrugada a Masada rodeado de judíos fanáticos por el Camino de la Serpiente para ver el amanecer sobre el Mar Muerto, antes que hacerlo cómodamente en teleférico como el resto de turistas?

¿Seré un extremista radical por dormir en los templos budistas de KoyaSan? ¿Por rociarme de polvos de talco y agua en las fiestas callejeras de Bangkok y Chiag Mai? ¿Por quedarme con la boca abierta contemplando las maravillas del Vaticano? ¿Por emocionarme con la llamada de los muecines al atardecer subido en la Torre Galata de Estambul?

¿Estaré de psiquiátrico por dilapidar mis bienes y mi fortuna alimentando este vicio que es viajar? ¿Por tener la casa llena de billetes y monedas extranjeras? ¿Por acumular guías de países, revistas de viaje, folletos, tickets de entrada a museos…o lo que ya es realmente grave…por asistir casi todos los años al Fitur?

¿Estaré majara perdido por dar de comer a niños hambrientos en Marrakesh, en Panajachel, en Soweto…? ¿o por negarme a regatear unas monedas a gente que está necesitada de hasta el último céntimo para sobrevivir?

Estaré loco, chiflado, trastornado, pirado pero…sí, como decía el replicante de Blade Runner… “Yo… he visto cosas que vosotros no creeríais”…He visto el infinito chorro de estrellas de la Vía Láctea reflejado sobre el lago Atitlán en Guatemala; estuve allí el día del primer atentado contra las torres gemelas de Nueva York en el 93. He visto a hombres vestidos como Cristo arrastrando una cruz por las calles de Jerusalén y seguidos por decenas de monjas histéricas rezando el Rosario.

Me he bañado con delfines salvajes en Brasil, he oído el canto de las ballenas en Nueva Inglaterra, me han perseguido elefantes en el Kruger, me han robado la comida los osos del Yosemite, he visto volar los cóndores sobre los Andes…

Me he bañado en muchos mares, me he empapado con las lluvias tremendas de las selvas de Centroamérica, he soñado en mundos olvidados recorriendo las ruinas de viejas civilizaciones…casi se me saltan las lágrimas en Hiroshima o en los cementerios y playas de Normandía.

Me he emocionado más allá de las palabras con los fondos coralinos del mar Rojo, con los moais olvidados de la Isla de Pascua, con los inigualables jardines de musgo de los templos de Kyoto, o con las inmensidades urbanas de México y los neones de Times Square en Nueva York. He bailado en el Carnaval de Rio de Janeiro, he sobrevivido a un atentado con bomba en Jerusalén, al choque de mi autobús sin frenos contra una vaca despistada en la Panamericana, a terremotos en Los Angeles y Chile …

Ojalá todo esto no se perdiera como lágrimas en la lluvia…

Hace algún tiempo y para celebrar uno de mis cumpleaños mi mujer me hizo el mejor regalo que se le puede hacer a un viajero impenitente como yo:…. un viaje,… esta vez uno de cinco días a la culta y elegante Praga. Por desgracia para mi sufrida esposa convertí lo que se suponía que iban a ser románticos paseos a la luz de la luna y largos desayunos en la cama en maratonianas jornadas, tremendos madrugones e incansables visitas a todo lo visitable.

El caso es que mi mujer nunca más me ha vuelto a regalar ningún viaje…Pero por lo menos no ha hecho las maletas ni me ha regalado ningún gato.

Constantemente me pregunta por qué no puedo parar en casa quietecito tumbado en el sofá y viendo el fútbol como hace el resto de los hombres del planeta… que cómo hago para destrozar dos o tres cámaras de fotos al año. Que por qué me paso horas y más horas sentado ante el ordenador peleando a brazo partido con webs, servidores, ftps y htmls.

Que de dónde me viene esta obsesión por viajar, por organizar, por escribir, hablar, soñar con viajes, viajes y más viajes…y yo le respondo como el Vizconde de Valmont de “Las amistades Peligrosas” a la única mujer que amó…Lo siento, no puedo evitarlo.., lo siento, no puedo evitarlo…

Antonio Quinzan




3 comentarios:

Antonio Quinzan dijo...

Desde aquí, y por si no te llegan vía Facebook te reitero mis palabras:
Antonio, tengo que agradecerte en persona el detalle que has tenido de nombrarme especialmente en tu blog. Me has dejado sin palabras. Para mí era también la primera participación en un evento de este tipo y, vuelvo a repetir, que entre tantas cosas buenas lo mejor de todo fueron los aplausos y felicitaciones que recibí y que sigo recibiendo gracias a viajeros como tú. Un fuerte abrazo virtual, que espero hacer real en el próximo TBM.
Antonio Quinzán

VIRGY VSC dijo...

Gracias Antonio, una vez más, por acercarnos relatos como éste. Leer tu blog por la mañana temprano me llena de energía y hace que mi pasión por viajar crezca cada día más!

un abrazo

Virgy Vsc dijo...

Gracias por compartirlo con nosotros!