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26 de enero de 2011

En tierra de molinos de viento...



"A las Dulcineas que esperan en sus humildes posadas a que su Quijote aparezca."

Aquí, en la soledad de una humilde habitación de hotel, entrando en la madrugada.

Bajo cero marca el mercurio en la calle y viviendo de esta nueva etapa profesional que me toca disfrutar y de la que me siento inmensamente feliz.

Pero...

Ahora en tierras manchegas, tierra de valdepeñas, de quesos y de pistos.

De molinos de viento, de gigantes a los ojos de Don Quijote.

Todos llevamos un Quijote dentro, todos soñamos con una Ínsula Barataria donde refugiarnos en la vida y con un bella Dulcinea del Toboso que enamorada espere a su hidalgo caballero, de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor, en alguna posada quién sabe si por Campos de Criptana o en cualquier otro lugar de La Mancha.

Ya encontré mi ínsula, quizá no mi hidalguía, pero si mi nobleza.

Cambié lanza por bolígrafo, adarga por carpetas y folletos, rocín por coche desgastado y galgo corredor por ordenador portátil.

Pero ya no lucho con molinos, no me quedan fuerzas, ya no veo gigantes, mi batalla está perdida, mi guerra es otra.

Ahora desde esta gran tierra hispana, donde lo español se saborea, donde no hay diferencias ni distinciones separatistas, y donde su extraordinaria gente me cobija y me recibe de nuevo con los brazos abiertos tras muchos años de ausencia...

...solo pienso en volver a mi posada, a mi humilde morada, con el deber del trabajo cumplido, con el alma y la conciencia limpia como patenas y con el cansancio suficiente como para recuperar pronto las ganas de sentir y de vivir.

Y allí como Don Alonso Quijano, como ingenioso caballero, espero encontrar a mi Dulcinea como siempre, con las lagrimas secadas con el paso de los días, pero con el corazón latente e impaciente por ver aparecer a rocinante y su amo en el horizonte infinito.

Ya te siento Dulcinea...







Gracias a toda la extraordinaria gente de Ciudad Real

5 de enero de 2011

Mi autoregalo de cumpleaños.

Texto extraído del Blog de Paulo Coelho y gracias a una publicación de mi amiga Mercedes Martínez en su muro de Facebook.

Gracias amiga, gracias vecina, por hacerme llegar ésto para compartirlo con todos en el día de mi cumple.

Y también gracias a ti, Paulo. Eres uno de los grandes.

2010: CERRANDO CIRCULOS, por Paulo Coelho

Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto. Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos, como quieras llamarlo. Lo importante es poder cerrarlos, y dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.

¿Terminó tu trabajo?, ¿Se acabó tu relación?, ¿Ya no vives más en esa casa?, ¿Debes irte de viaje?. Puedes pasarte mucho tiempo de tu presente “revolcándote” en los porqués, en devolver el cassette y tratar de entender por qué sucedió tal o cual hecho. El desgaste va a ser infinito, porque en la vida, tú, yo, tu amigo, tus hijos, tus hermanos, todos y todas estamos encaminados hacia ir cerrando capítulos, ir dando vuelta a la hoja, a terminar con etapas, o con momentos de la vida y seguir adelante.

No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos porqué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltarlo, hay que desprenderse.


No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes.

¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir!

Por eso, a veces es tan importante destruir recuerdos, regalar presentes, cambiar de casa, romper papeles, tirar documentos, y vender o regalar libros.

Dejar ir, soltar, desprenderse. En la vida nadie juega con las cartas marcadas, y hay que aprender a perder y a ganar. Hay que dejar ir, hay que dar vuelta a la hoja, hay que vivir sólo lo que tenemos en el presente…

El pasado ya pasó. No esperes que te lo devuelvan, no esperes que te reconozcan, no esperes que alguna vez se den cuenta de quién eres tú… Suelta el resentimiento. El prender “tu televisor personal” para darle y darle al asunto, lo único que consigue es dañarte lentalmente, envenenarte y amargarte.

La vida está para adelante, nunca para atrás. ¿Noviazgos o amistades que no clausuran?, ¿Posibilidades de regresar? (¿a qué?), ¿Necesidad de aclaraciones?, ¿Palabras que no se dijeron?, ¿Silencios que lo invadieron? Si puedes enfrentarlos ya y ahora, hazlo, si no, déjalos ir, cierra capítulos. Dite a ti mismo que no, que no vuelven. Pero no por orgullo ni soberbia, sino, porque tú ya no encajas allí en ese lugar, en ese corazón, en esa habitación, en esa casa, en esa oficina, en ese oficio.

Tú ya no eres el mismo que fuiste hace dos días, hace tres meses, hace un año. Por lo tanto, no hay nada a qué volver.

Cierra la puerta, da vuelta a la hoja, cierra el círculo.