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2 de septiembre de 2010

Mi Camino de Santiago (I) - Parto para Santiago, busco la Puerta Santa...

Puerta Santa, año 2006 en mi última visita a Galicia



Mañana inicio mi Camino, el Camino de las Estrellas como muchos llamaron allá en la edad media.

Años esperando este momento, desde que escuché por primera vez siendo un niño que existía una ruta a pie al norte de España que antiguos peregrinos hacían practicamente cruzando toda Europa con el único fin de encontrase a si mismos, de buscar la paz interior del ser humano y volver con los suyos contando una experiencia única que cambia la vida de un hombre.

Dicen aquellos que hicieron la Ruta Jacobea que una vez que atraviesas el Pórtico de la Gloria y abrazas al Apóstol nunca vuelves a ser la misma persona.

Vuelvo a Galicia en un viaje único, místico y espiritual, ansioso de vivirlo y de contarlo a mi vuelta con la intención de sanar mis heridas, limpiar mi interior, fortalecer mi alma y vivir este mágico viaje, no exento del atractivo cultural y el reclamo Xacobeo de este año 2010.

Viajo a Compostela para iniciar mi Camino, no desde tierras galas fronterizas allá por los Pirineos, no dispongo desgraciadamente de tiempo para ello, pero si desde un punto más lejano de lo que en un principio creía entre la frontera castellana leonesa y gallega.

Antes de partir me acercaré a la Catedral de Sevilla, para que la ciudad que me vió nacer sea testigo de mi aventura emulando a aquellos que desde la Santa Iglesia Hispalense emprendían un Camino de numerosas y largas etapas por la Vía de la Plata acompañados solo de su capa, de una concha de mar, de un bordón como sustento y apoyo y unas humildes sandalias, todo por la fé cristiana de la que hoy en día carecen muchos de los excursionistas y senderistas que vagan por el camino contemporaneo.

Luego atravesaré España buscando mi punto de partida para que transcurridos unos días pueda alcanzar la gloria compostelana tras varias etapas por tierra de meigas.

Y marcho sólo.

Bueno realmente no, marcho con la compañía de un Ángel Peregrino que espero que aparezca antes de mi partida y que sea mi compañero de viaje, el que me aliente cuando desfallezca y motive cada paso que de en mi caminar cansado, un Ángel que me lleve allá al viejo Monte Libredón donde Pelayo el ermitaño hace doce siglos avistó una lluvia de estrellas sobre lo que hoy en día es la Plaza del Obradoiro.

Ese Ángel con el que después de cada jornada pueda confesarme, pueda calmar mis dolores y pueda disfrutar de lo vivido en esta travesía peregrina.

Un Ángel al que cada día doy gracias por aparecer en mi camino.

A la vuelta (s.D.q.) contaré mi viaje, mi experiencia e ilustraré con fotografías cada uno de los bellos rincones que espero encontrarme en la senda peregrina de este Año Santo Compostelano.

A los amigos que partieron días atrás y que encontraré en pocas horas os deseo que sigáis estas jornadas con ilusión a la espera de que nuestras mochilas se crucen para fundirnos en un abrazo sincero en cualquier punto entre O Cebreiro y Monte do Gozo.

Todo está a punto, poca ropa, poca carga y mucha ilusión por cruzar la Puerta Santa y tener en mis manos la Compostela con mi nombre en latín escrito en ella después de presentar mis credenciales.

Parto para Santiago, empiezo un nuevo camino, como hace hoy dos meses.


Mi credencial está preparada

1 comentario:

Espíritu errante dijo...

Estoy deseando leer tus letras.