Aún no he escrito nada del camino de Santiago, estoy en ello, pero me llevará algún tiempo más de lo esperado, son muchas vivencias y anécdotas durante la ruta que quiero plasmar de manera especial.
Pero mi viaje a tierras gallegas no solo ha sido buscando la gloria compostelana, también encontré otra gloria que se sale de lo meramente espiritual del camino, una gloria que se resume en mi compañía durante el viaje y en el trato recibido por todos aquellos que me ofrecieron su hospitalidad y amistad tanto en tierras viguesas (de las que escribiré más adelante) como muy especialmente del inolvidable fin de semana que pasé en “O Cancelo” en compañía de dos personas maravillosas.
Celia y Roberto, Roberto y Celia.
“O Cancelo” es una casita rural llena de encanto situada en un enclave mágico dentro de Ourense, en tierra de Ribeiro y más concretamente en la localidad de Arnoia.
El final de mi viaje por tierras gallegas me tenía preparada una grata sorpresa, de la cual ya fui avisado aunque no esperaba semejante sensación, visitando y alojándome en “O Cancelo”.
Salí de Vigo en dirección a Arnoia tras los pasos del todoterreno de Roberto, al que casualmente aun no había sido presentado debido al tráfico y problemas de aparcamiento de Vigo.
Al llegar a Arnoia, el vehículo se para frente a la puerta de una bodega, me bajo y estrecho la mano de Roberto, hay veces que solo estrechando la mano de alguien ya percibes en gran medida de quien se trata.
Aquella vetusta y pequeña bodega sirvió para que Roberto abriera una botella de Ribeiro de cosecha propia y poder brindar por lo importante de la visita. Magnífico vino, mejor que todo el que probé durante el camino y que en aquella cava de luz tenue y parpadeante por el casi fundido de los tubos fluorescentes sabía a verdadera gloria.
Roberto de Arnoia, Marqués de O Cancelo como lo definí horas después, corregido por él como Barón de O Cancelo, ya que considera que le queda mejor lo de la baronía que lo de marquesado, es un tipo peculiar, simpático, envuelto por la retranca gallega, muy preparado intelectualmente, chef de cocina frustrado, apóstata, agnóstico gracias a Dios, como él mismo se califica, y lo peor de todo… BETICO.
No puede ser, llevo más de mil kilómetros recorridos en dos semanas, llego a un lugar idílico a pasar un agradable fin de semana y un servidor, sevillista, se encuentra que Roberto es bético, pero él me lo aclara y me dice que siempre ha sido del más débil socialmente hablando en esto del fútbol, del Betis en Sevilla, del Bilbao en el País Vasco, del Atlético en Madrid o del Español en Barcelona…
Pero mi viaje a tierras gallegas no solo ha sido buscando la gloria compostelana, también encontré otra gloria que se sale de lo meramente espiritual del camino, una gloria que se resume en mi compañía durante el viaje y en el trato recibido por todos aquellos que me ofrecieron su hospitalidad y amistad tanto en tierras viguesas (de las que escribiré más adelante) como muy especialmente del inolvidable fin de semana que pasé en “O Cancelo” en compañía de dos personas maravillosas.
Celia y Roberto, Roberto y Celia.
“O Cancelo” es una casita rural llena de encanto situada en un enclave mágico dentro de Ourense, en tierra de Ribeiro y más concretamente en la localidad de Arnoia.
El final de mi viaje por tierras gallegas me tenía preparada una grata sorpresa, de la cual ya fui avisado aunque no esperaba semejante sensación, visitando y alojándome en “O Cancelo”.
Salí de Vigo en dirección a Arnoia tras los pasos del todoterreno de Roberto, al que casualmente aun no había sido presentado debido al tráfico y problemas de aparcamiento de Vigo.
Al llegar a Arnoia, el vehículo se para frente a la puerta de una bodega, me bajo y estrecho la mano de Roberto, hay veces que solo estrechando la mano de alguien ya percibes en gran medida de quien se trata.
Aquella vetusta y pequeña bodega sirvió para que Roberto abriera una botella de Ribeiro de cosecha propia y poder brindar por lo importante de la visita. Magnífico vino, mejor que todo el que probé durante el camino y que en aquella cava de luz tenue y parpadeante por el casi fundido de los tubos fluorescentes sabía a verdadera gloria.
Roberto de Arnoia, Marqués de O Cancelo como lo definí horas después, corregido por él como Barón de O Cancelo, ya que considera que le queda mejor lo de la baronía que lo de marquesado, es un tipo peculiar, simpático, envuelto por la retranca gallega, muy preparado intelectualmente, chef de cocina frustrado, apóstata, agnóstico gracias a Dios, como él mismo se califica, y lo peor de todo… BETICO.
No puede ser, llevo más de mil kilómetros recorridos en dos semanas, llego a un lugar idílico a pasar un agradable fin de semana y un servidor, sevillista, se encuentra que Roberto es bético, pero él me lo aclara y me dice que siempre ha sido del más débil socialmente hablando en esto del fútbol, del Betis en Sevilla, del Bilbao en el País Vasco, del Atlético en Madrid o del Español en Barcelona…
Aclarado eso le perdono su beticismo y dimos paso a la espectacular cena que nos preparó la cual esperaba ansiosamente por las referencias culinarias que ya tenía.
Y si señor, enhorabuena, pedazo de cena.
Celia prepara unos tomates muy jugosos y carnosos con un sabor extraordinario, yo hasta aquella noche pensaba que los tomates no sabían a nada salvo el aderezo o aliño que tu le condimentaras pero aquel tomate sabía a huerta y se desvanecía en la boca como un pastel, también apareció por la mesa una buena bandeja de langostinos cocidos y preparados por nuestro Chef con el toque especial de añadir laurel a la cocción y para cerrar unas piezas de novillo argentino en su auténtico y único punto que solo dejar caer aquellos afilados cuchillos portugueses sobre la carne servía para trinchar aquella carne que pareciera que venía directamente de la Pampa.
A todo esto, Ribeiro hasta decir basta y sidra de cosecha propia servida con un original escanciador eléctrico que personalmente me sorprendió ya que desconocía de su existencia y utilidad.
De postre café hecho en hornillo de gas, un rosco que “preparó” Celia que no tenía fin, mientras más rosco comías más quedaba y un aguardiente de hierbas fresquito elaborado por su bodega que Roberto celosamente guardaba en el interior de la nevera en una botella que tiempo atrás fue guardiana de más de una copa de Cardhú.
Bendito licor, amigo.
El postre se extendió hablando del Camino de Santiago, de su deseo de realizarlo desde Roncesvalles y de las vivencias que la visita habíamos experimentado, hablamos bastante de religión, pero como hay que hablar de estas cosas razonándolo todo y sin imponer nada a nadie y sin tratar de convencer a nadie, aunque reconozco que un par de conversaciones más de este tipo con Roberto me hubiesen transmitido la duda de mi fé y plantearme seriamente mi apostatado.
Aquella mágica noche la cerramos dejando el último sorbo de aguardiente para acercarnos al cementerio de la Iglesia de San Salvador a escasos cincuenta metros de la casa y brindar por los ancestros de Roberto, pedir salud para nosotros deseando tardar mucho en hacer compañía a todos los presentes en el brindis.
A partir de ahí y debido posiblemente al efecto del licor solo recuerdo el cantar de un gallo a la mañana siguiente muy temprano que alteró mi sueño y dejó ver como por la ventana frente a mi cama las primeras luces del día aparecían.
Aquel gallo era portugués, como horas atrás lo calificó Roberto, cantaba una hora antes de lo debido, era demasiado temprano pero fui a visitarlo allí en un corral junto a la Abadía Caldaria.
Bonita mañana, bonito día el que se presentaba.
Día que me permitió conocer el lugar, su entorno, la luminosidad y el encanto del jardín de “O Cancelo”, el cuidado con el que Celia lo trataba, el pequeño porche donde pude sentarme a escribir y tirar fotos con una paz que hacia tiempo que no sentía y que necesitaba.
La luz del día invade el interior de la casa y observo al detalle lo que horas atrás en la noche no pude.
“O Cancelo” es un auténtico museo, lleno de objetos antiguos, de aperos de labranza e instrumentos y herramientas en desuso que allí sirven para decorar aquel espacio, las paredes guardan fotografías y fetiches de toda una vida, de antepasados, desde cerámica y dibujos a entradas de conciertos de los Rollings Stones o Blues Brothers donde hace más de una década Roberto estuvo presente, y Celia, muy presente en cada rincón, fotos suyas aparecen por la casa seguro que para que cuando Roberto esté solo entre semana durante los días de vendimia la sienta siempre presente, junto a él en su mágico rincón.
Bonita y excepcional pareja, buenas personas en definitiva.
Del resto de mi estancia, todo gloria, la visita a los alrededores del río Arnoia con ellos, la copita que tomamos en Casa de Manola junto a lugareños que difícilmente hablan castellano porque allí se habla “galego”, el fantástico arroz que almorzamos, la agradable llegada a la casa de Inés y Rafael para compartir junto a ellos las horas restantes, la espectacular siesta escuchando el silencio (porque el silencio tiene sonido), la noche repleta de chistes y aquella sincera conversación que para tanto sirvió sentados sobre el puente a mediodía al amparo de una cascada, con la presencia de una pequeña nutria merodeando y que puso el sello a unas inolvidables vacaciones que me han permitido conocer a gente maravillosa como Celia y Roberto gracias a ti.
Gracias por acercarme a tu gente y mil gracias por vuestra hospitalidad amigos.
Algunas fotos de "O Cancelo" y su entorno:
Puerta de O Cancelo
Cementerio de Arnoia
Iglesia de San Salvador Lugar del brindis
3 comentarios:
güenas fotos maestro, un abrazo TITO
Quédate quieto y el mundo te tomará por filósofo!! Un viaje de mil kilometros debe empezar por un paso, paso a paso , por avanzar y así se llega también hasta A ARNOIA, .Somos muchos los que perdemos la mitad de la vida en desear cosas que podríamos alcanzar, si no perdieramos la mitad del tiempo en desearlas, aquí en Arnoia, se alcanzan motivos, sentimientos, amistades, y la sensación de no perder nuestros origenes , de continuidad con nuestra herencia ,! Gracias! por haber llegado hasta nosotros através de Roberto y Celia , del mimo con que tratan todo lo que les rodea , sea su hogar o sus vecinos , gracias por esas fotos tan reconocidas por los que aquí vivimos , gracias a Roberto y a Celia por abrir las puertas de O CANCELO con tanta hospitalidad …. saludos
Mil gracias Puri por tu comentario lleno de sentido de vida. Espero volver por allí con más tiempo y deleitarme con mayor intensidad de lo que pude conocer de la mano de Ellos. De verdad gracias por seguir este humilde rincón de un viajero en internet.
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