Hoy termina el año dos mil doce.
Otro año que sumo a mi cuenta, otro año que veo nacer y veo
morir entre mis brazos.
Éste era un año de esperanzas, parecía y confiaba en que la crisis se fuese diluyendo y que muchos de los amigos que tengo en el paro encontrasen empleo, pero, en muchos casos y en muchas familias, todo sigue igual.
Éste era un año de esperanzas, parecía y confiaba en que la crisis se fuese diluyendo y que muchos de los amigos que tengo en el paro encontrasen empleo, pero, en muchos casos y en muchas familias, todo sigue igual.
Acaba 2012 y las sensaciones son
muy parecidas a cuando finalizaba 2011.
Hoy hace un año escribía
anhelando un 2013 repleto de sueños. Muchos los he alcanzado y otros siguen en
la recamara, en ese saldo acreedor que siempre me gusta tener con mis sueños y
mis metas.
Hace años aprendí a que sin
sueños y sin objetivos por cumplir mi vida era sumamente aburrida y la rutina a
la que sometía mi paso por este mundo sería mi tumba en vida sino cambiaba de
actitud.
Hoy en día, más cerca de los
cuarenta que de los treinta, tengo muchos más sueños que cuando era ese joven
intrépido y aspirante a aventurero que quería comerse un mundo que le parecía
pequeño y que con el paso de los años ha descubierto que, ese mundo, es tan
inmenso que necesitaré cien vidas para descubrirlo.
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