Acabas de perder tu empleo, no sabes ni
cómo ni porqué, se han producido unos acontecimientos a los que no
das crédito pero algo por lo que día a dia llevas luchando durante
tanto tiempo se te esfuma de las manos.
Estás frente a una pantalla de
ordenador, has redactado un email y sientes que todo está perdido
pero tu interior, tu dignidad y tu verdad te dicen que des el paso,
que te tires a la piscina y que no pierdes nada por pulsar el botón
de “enviar”.
Pulsado, enviado y decidido. No sabes
si has salvado tu empleo, tu puesto de trabajo por el que tanto has
apostado pero has dado el paso, has tomado una decisión y es la
correcta.
Desde que tenemos uso de razón estamos
tomando decisiones en nuestra vida. Decidimos romper a llorar para
poder comer en nuestros primeros meses, decidimos luchar contra el
equilibrio en nuestros primeros pasos y decidimos que nuestra
inocencia muestre la esencia de nosotros, como seres humanos, para
con los que nos rodean.
En la vida mientras más decisiones
tomemos más crecemos como personas, la vida sin toma de decisiones
es demasiada aburrida y con exceso de las mismas puede ser demasiado
arriesgada y localizada frecuentemente al borde del abismo y del
riesgo extremo permanentemente.
Si cada día que pasas no tienes que
tomar distintas decisiones, no cambio tu vida por la mía llena de
ellas en cada momento.
En mi vida, como en la tuya, ha llegado
el momento de tomar decisiones relevantes, de esas que pueden cambiar
el curso de tu día a día para siempre. Ha llegado nuestro primer
día del resto de nuestra vida, ha llegado el momento del cambio, de
correr riesgos, de sentir como la adrenalina se queda a vivir en tu
cuerpo por una temporada, se instala en tu riego sanguíneo, en el
latido de tu corazón, en el erizado de tu piel y en el rubor de tus
mejillas.
Llegó el momento de decidir para que
tu escenario de futuro inmediato cambie, que aquello que sueñas se
cumpla y la toma de decisiones cobre sus frutos. Llegó el día en
que no tenemos miedo al cambio, en que nuestra alma soñadora y
aventurera debe prevalecer sobre nuestro cerebro conservador.
Levántate del sofá, cambia de
hábitos, busca tu felicidad, tus momentos de plenitud. Deja atrás
aquello que no encaja en tu orden establecido y di no. Pronúnciate
en negativo para que la actitud cambie a positivo.
Ya vale de miedos y de temores, ya vale
de otorgar oídos al pesimista, al que su impotencia mental y
emocional solo le permite poner trabas a aquellos que decimos sí
puedo y si quiero. Ya basta de dar cabida en nuestras vidas a las
voces discordantes, perturbadoras y pesimistas que su fracaso vital
por carencia de toma de decisiones importantes en sus inapetentes y
sosas vidas hacen o intentan que las nuestras sigan su miserable
camino.
Yo decidí hace años cambiar, decidí
dejar atrás toda una vida. Amigos, familia, aficiones, costumbres y
hábitos para buscar un futuro distinto y comprender que el primer
paso, la primera piedra para que todo cambie hacia bien es la
decisión en si misma.
Pero ojo. Dejar atrás no es olvidar,
dejar atrás es posicionar en el lugar que corresponde a las personas
y sus circunstancias. Dejar atrás no es perder ni abandonar, dejar
atrás es saber que ahí están para siempre. Personas, amigos,
familia, recuerdos... se dejan atrás pero ni abandonan ni se olvidan
por que en cualquier momento necesitas buscar en los rincones
olvidados de tu alma y allí se encuentra aquello que dejaste atrás
esperándote con los brazos abiertos porque siguen siendo tus amigos,
tu familia y tu casa. Y si vuelves la vista atrás en algún momento
y no están es que nunca fueron parte de tu vida, simplemente
testimonio de lo absurdo e innecesario.
Ha llegado el momento de mirarse al
espejo y ver quien hay dentro del reflejo, ha llego el momento de
decidir que hacer con nuestras vidas, que hacer con nuestro trabajo,
con nuestro futuro, con nuestro negocio, con nuestra pareja, con
nuestra familia, con nuestro dinero y lo más importante, ha llegado
el momento de decidir por nosotros, de manera y forma egoísta, sin
contemplar los daños colaterales y futuros, decidir que un paso
atrás no es una retirada, es coger impulso para la carrera.
Decidir que ya es hora de decidir.
Que las decisiones sopesadas,
infinitamente meditadas, eternamente dudadas y externamente
consultadas a veces lo único en lo que se convierten es en
indecisiones y falta de coraje y arrojo que no nos llevan a ningún
lugar. Que aquellas decisiones de un paso al frente, de escuchar a tu
interior y tu corazón, a la larga, son más provechosas y
determinantes en tu vida porque lo que creemos como conciencia, a mi
parecer, vive mucho más cerca de nuestro iluso corazón que de
nuestra inteligente masa cerebral.
Y si te equivocas en la decisión pues
no pasa nada. Tomar la decisión incorrecta o inadecuada no es
cometer un error, el error es cruzarse de brazos y dejar pasar el
tren sin saber que ocurrirá si te subes a él y acometes la
aventura, asumes el riesgo y te estrellas si es necesario.
En mi caso, la vida, mi vida está
llena de decisiones importantísimas y he aprendido tanto de aquellas
en las que fracasé como de aquellas en las que a día de hoy sigo
disfrutando y embarcado en este crucero que es la vida.
Mientras tengamos cosas que decir,
decisiones que tomar estaremos y nos sentiremos vivos.
Cambiar de trabajo, de profesión,
correr tu primer maratón, montar un negocio, tener hijos, casarse,
separarse, dar el primer beso, regalar un te quiero, vivir una
aventura, tomar la última copa y marcharse o la penúltima y
quedarse, subir al tren y bajar en la estación que no esperabas y
decidir, decidir y decidir...
Enhorabuena por decidir si lo has hecho
alguna vez y felicidades si lo has hecho recientemente por que decidir nos hace libres, por que el primer paso para llegar donde deseas es decidir no quedarte donde estás.
Ya es hora de seguir soñando, de ir
contracorriente y luchar por aquello que creemos que es lo mejor para
nuestras vidas y que curioso, para todo ello es necesario tomar una
decisión importante.
Decide.