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5 de enero de 2015

39 y...

Cuarenta sí, treinta y nueve... y cuarenta.

Cuatro décadas dando por saco en esta historia, cuatro décadas ya soportándome sin tregua alguna, cuatro décadas viviendo y soñando.

Cuarenta años son los que ya soplo y han pasado así, como si nada, sin darme cuenta, o dándome cuenta de lo preciso, aprendiendo año tras año de todo lo que la enciclopedia que en vez de páginas suma días, me ha ido mostrando. He aprendido tanto de mis errores y de los errores que han cometido aquellos con los que he compartido vivencias, que lo que aprendí por mi mismo del buen hacer propio y ajeno apenas tiene relevancia.

Es maravilloso vivir y cumplir años. Es increíblemente maravilloso sumar y no restar. Por que hay personas que piensan cada día que pasa como uno menos y otros pensamos que hemos sumado uno más. Uno más en el que acertar errando, en el que amar desamando, en el cumplir soñando y en el que morir viviendo.

Ocho lustros de mala memoria general, hay tanto que no me interesa ni quiero recordar, pero de mucha memoria selectiva, hay tanto imborrable e inalterable.

Cuarenta años en los que viví casi de todo, el amor, el desamor, la amistad, la traición, la fidelidad y la infidelidad, la lealtad y la deslealtad, la verdad, la mentira, la pasión, la depresión. Toqué el cielo, pisé el barro, no me falto de nada materialmente hablando y fue cuando más pobre y vacío me sentí. Me faltó de todo materialmente hablando y es cuando más rico me he sentido nunca.


Muy poca familia, la justa que te ofrecen dos extraordinarios padres que son hijos únicos y una hermana fruto de su amor, poco a poco crece, con el mejor regalo en años para todos, pero es la mejor familia posible, sin duda alguna y así me lo demuestran cada día. Muy pocos amigos pero los mejores que hay encima de la faz de la tierra, seres transparentes, sin dobleces. De los que no me han preguntado jamás poque me he caído cuando me han visto en el suelo sino que directamente me han levantado del mismo sin interrogar, sin juzgar y me han ayudado a continuar la marcha.

En eso consiste la amistad verdadera.

Y muchos, muchos y muy buenas personas que conozco, mucha gente a mi alrededor en mi día a dia con los que de un modo u otro he compartido momentos inolvidables y experiencias que quedaran en lo más profundo de mi alma para siempre.

Cuarenta años a mis espaldas y me siento hijo, aún sigo embriagado del sentimiento de ser hijo y espero que permanezca en mi interior durante muchos años. Puedes ser padre y abuelo y seguir sintiéndote hijo. Nunca eres lo suficientemente mayor si en lo más profundo de tu ser sigues teniendo ese indescriptible sentimiento.

Si te sientes hijo, aún eres joven tengas la edad que tengas.
Y gracias a ti, estés leyendo esto o no, por que seguro que parte y mucho de lo que soy te lo debo a ti, a tantos momentos de los que hemos sido cómplices, de los que has escuchado mi consejo o de los que yo he sido el aconsejado por tu sabia palabra. Gracias a ti, por enseñarme a vivir, por regalarme innumerables momentos de felicidad, por hacerme un hombre, por saber decir no cuando es no y sí cuando sí lo es, y por hacerme sentir que la vida es un sueño, que cada momento que vivo es como el último que pueda quedarme, por darlo todo sea cual sea el intenso momento que me ocupe pensando en que no exista un mañana y gracias sobre todo por hacerme ser parte de lo más importante de la vida de alguien, tu propia vida, tus propios momentos y lo más valioso que posees, el tiempo de que se compone. Una palabra, una mirada, un gesto, un beso, un abrazo por muy poco que creas que ha sido, ha sumado en mi haber como persona.

Y por supuesto gracias a ti VIDA, por regalarme todo lo que me has regalado, por permitirme llegar a los cuarenta en el mejor momento personal de mi “corta” vida. Por toda la salud que hasta hoy me ofreces, sigue portándote así amiga, que todo lo que me ofrezcas lo convertiré en ti misma, en vida y en sueños.

Gracias VIDA por que cuando miro a mi alrededor sólo veo bien, paz, amor y fortuna (inmaterial). Y gracias por mostrarme el camino hacia la felicidad y decirme cual es ese sendero, pero dejándome libertad para caminarlo con firmeza y tesón, en ese complicado laberinto que es cada día que pasa, cada año que pasa y del que siempre he sabido encontrar salidas y ver luz en las sombras y hacer de lo oscuro una coraza para este soldado que aún le queda tanta lucha y tanta batalla por librar.


Amanecerá este 5 de enero como los últimos cuarenta y mientras pueda, disfrutaré de la oportunidad que me brinda esta fecha para seguir demostrándome que todo lo que una persona se propone en la vida lo consigue, que las distancias no las marcan los kilómetros sino las personas y los silencios, que en la vida por muy jodido que estés debes luchar por ella por que es sencillamente maravillosa y por que siempre hay alguien que estando mucho peor que tú es capaz de poner una sonrisa a su pesadilla mientras tú, frunces el ceño y te deprimes por lo que él o ella daría parte de su ser por vivir lo que tu vives en tu peor escenario.

Ojala me queden otros cuarenta años por vivir y después otros cuarenta más y así mientras pueda seguir soñando y seguir viviendo apasionadamente como lo hago en cada instante que me ofrece esta aventura llamada vida, pero eso no será posible, al menos los terceros cuarenta. Algún día, espero que tarde mucho me tendré que reunir en esa “salita de estar” donde seguro que están aquellos que se hayan quedado en el camino y revivir mi vida y los momentos que con ellos tuve y me sirvieron para ser lo que soy como persona.

En esa pequeña salita de estar, donde de momento están dos de mis estrellas, dando luz a esas complejas salidas del laberinto y poniendo sus manos en mi hombro y tirando de mis brazos hacia arriba cuando desfallezco.

Os quiero Abuelos y os siento por que sólo desaparecen de nuestras vidas y se ausentan aquellos que abandonan los corazones de los que quedan.

Dios quiera que pueda disfrutar aún mucha vida y dar mucha vida a los que me rodean, y vibrar, y sentir, y buscar la felicidad sin esperar a que llegue, y luchar, y bailar, y cantar, y correr, y caminar, y amar, y amar, y amar...

Ojala podamos vivirlo juntos de la mano, tomando un café y una tarta, o una caña en cualquier bar, corriendo por el monte o el asfalto, en la cumbre de esa montaña inalcanzable tiempo atrás, cruzando la meta de un maratón en cualquier ciudad del mundo, a la orilla del mar donde rompen las olas, bajo las trabajaderas o delante de un paso al cobijo de una bulla de Semana Santa, viajando alrededor del planeta una y otra vez, bajo una mágica luna como tantas me han embrujado y que hoy aparece llena como regalo del cielo para este día tan especial, bailando bachatas y salsas sin parar, recitando poemas a Sevilla en la distancia, saltando en un concierto a voz en grito, vibrando en una grada con mi gente y cantando el himno de los himnos pero juntos, juntos, siempre juntos...

39 y...

Cuarenta.

(TS...)