Cuarenta sí, treinta y nueve... y
cuarenta.
Cuatro décadas dando por saco en esta historia, cuatro
décadas ya soportándome sin tregua alguna, cuatro décadas viviendo y
soñando.
Cuarenta años son los que ya soplo y
han pasado así, como si nada, sin darme cuenta, o dándome cuenta de lo preciso, aprendiendo año
tras año de todo lo que la enciclopedia que en vez de páginas suma
días, me ha ido mostrando. He aprendido tanto de mis errores y de los
errores que han cometido aquellos con los que he compartido
vivencias, que lo que aprendí por mi mismo del buen hacer propio y
ajeno apenas tiene relevancia.
Es maravilloso vivir y cumplir años.
Es increíblemente maravilloso sumar y no restar. Por que hay
personas que piensan cada día que pasa como uno menos y otros
pensamos que hemos sumado uno más. Uno más en el que acertar
errando, en el que amar desamando, en el cumplir soñando y en el que
morir viviendo.
Ocho lustros de mala memoria general,
hay tanto que no me interesa ni quiero recordar, pero de mucha memoria selectiva, hay
tanto imborrable e inalterable.
Cuarenta años en los que viví casi de
todo, el amor, el desamor, la amistad, la traición, la fidelidad y
la infidelidad, la lealtad y la deslealtad, la verdad, la mentira, la
pasión, la depresión. Toqué el cielo, pisé el barro, no me falto
de nada materialmente hablando y fue cuando más pobre y vacío me
sentí. Me faltó de todo materialmente hablando y es cuando más
rico me he sentido nunca.
Muy poca familia, la justa que te
ofrecen dos extraordinarios padres que son hijos únicos y una
hermana fruto de su amor, poco a poco crece, con el mejor regalo en años para todos, pero es la mejor familia
posible, sin duda alguna y así me lo demuestran cada día. Muy pocos amigos pero los mejores que hay encima de la faz
de la tierra, seres transparentes, sin dobleces. De los que no me han preguntado jamás poque me he caído cuando me han visto en el suelo sino que directamente me han levantado del mismo sin interrogar, sin juzgar y me han ayudado a continuar la marcha.
En eso consiste la amistad verdadera.
Y muchos, muchos y muy buenas personas que conozco, mucha gente a mi alrededor en mi día a dia con los que de un modo u otro he compartido momentos inolvidables y experiencias que quedaran en lo más profundo de mi alma para siempre.
En eso consiste la amistad verdadera.
Y muchos, muchos y muy buenas personas que conozco, mucha gente a mi alrededor en mi día a dia con los que de un modo u otro he compartido momentos inolvidables y experiencias que quedaran en lo más profundo de mi alma para siempre.
Cuarenta años a mis espaldas y me
siento hijo, aún sigo embriagado del sentimiento de ser hijo y
espero que permanezca en mi interior durante muchos años. Puedes ser
padre y abuelo y seguir sintiéndote hijo. Nunca eres lo
suficientemente mayor si en lo más profundo de tu ser sigues
teniendo ese indescriptible sentimiento.
Si te sientes hijo, aún eres joven
tengas la edad que tengas.
Y gracias a ti, estés leyendo esto o no,
por que seguro que parte y mucho de lo que soy te lo debo a ti, a
tantos momentos de los que hemos sido cómplices, de los que has
escuchado mi consejo o de los que yo he sido el aconsejado por tu
sabia palabra. Gracias a ti, por enseñarme a vivir, por regalarme
innumerables momentos de felicidad, por hacerme un hombre, por saber
decir no cuando es no y sí cuando sí lo es, y por hacerme sentir
que la vida es un sueño, que cada momento que vivo es como el último
que pueda quedarme, por darlo todo sea cual sea el intenso momento
que me ocupe pensando en que no exista un mañana y gracias
sobre todo por hacerme ser parte de lo más importante de la vida de
alguien, tu propia vida, tus propios momentos y lo más valioso que
posees, el tiempo de que se compone. Una palabra, una mirada, un
gesto, un beso, un abrazo por muy poco que creas que ha sido, ha
sumado en mi haber como persona.
Y por supuesto gracias a ti VIDA, por
regalarme todo lo que me has regalado, por permitirme llegar a los
cuarenta en el mejor momento personal de mi “corta”
vida. Por toda la salud que hasta hoy me ofreces, sigue portándote
así amiga, que todo lo que me ofrezcas lo convertiré en ti misma,
en vida y en sueños.
Gracias VIDA por que cuando miro a mi
alrededor sólo veo bien, paz, amor y fortuna (inmaterial). Y gracias
por mostrarme el camino hacia la felicidad y decirme cual es ese
sendero, pero dejándome libertad para caminarlo con firmeza y tesón,
en ese complicado laberinto que es cada día que pasa, cada año que
pasa y del que siempre he sabido encontrar salidas y ver luz en las
sombras y hacer de lo oscuro una coraza para este soldado que aún le
queda tanta lucha y tanta batalla por librar.
Amanecerá este 5 de enero como los últimos cuarenta y mientras pueda, disfrutaré de la oportunidad que me brinda esta fecha para seguir demostrándome que todo lo que una persona se propone en la vida lo consigue, que las distancias no las marcan los kilómetros sino las personas y los silencios, que en la vida por muy jodido que estés debes luchar por ella por que es sencillamente maravillosa y por que siempre hay alguien que estando mucho peor que tú es capaz de poner una sonrisa a su pesadilla mientras tú, frunces el ceño y te deprimes por lo que él o ella daría parte de su ser por vivir lo que tu vives en tu peor escenario.
Ojala me queden otros cuarenta años
por vivir y después otros cuarenta más y así mientras pueda seguir
soñando y seguir viviendo apasionadamente como lo hago en cada
instante que me ofrece esta aventura llamada vida, pero eso no será
posible, al menos los terceros cuarenta. Algún día, espero que tarde
mucho me tendré que reunir en esa “salita de estar” donde seguro
que están aquellos que se hayan quedado en el camino y revivir mi
vida y los momentos que con ellos tuve y me sirvieron para ser lo que
soy como persona.
En esa pequeña salita de estar, donde
de momento están dos de mis estrellas, dando luz a esas complejas salidas del
laberinto y poniendo sus manos en mi hombro y tirando de mis brazos
hacia arriba cuando desfallezco.
Os quiero Abuelos y os siento por que sólo desaparecen de nuestras vidas y se ausentan aquellos que abandonan los corazones de los que quedan.
Dios quiera que pueda disfrutar aún
mucha vida y dar mucha vida a los que me rodean, y vibrar, y sentir,
y buscar la felicidad sin esperar a que llegue, y luchar, y bailar, y
cantar, y correr, y caminar, y amar, y amar, y amar...
Ojala podamos vivirlo juntos de la
mano, tomando un café y una tarta, o una caña en cualquier bar,
corriendo por el monte o el asfalto, en la cumbre de esa montaña inalcanzable tiempo atrás, cruzando la meta de un maratón
en cualquier ciudad del mundo, a la orilla del mar donde rompen las
olas, bajo las trabajaderas o delante de un paso al cobijo de una bulla de
Semana Santa, viajando alrededor del planeta una y otra vez, bajo una mágica
luna como tantas me han embrujado y que hoy aparece llena como regalo
del cielo para este día tan especial, bailando bachatas y salsas
sin parar, recitando poemas a Sevilla en la distancia, saltando en un
concierto a voz en grito, vibrando en una grada con mi gente y
cantando el himno de los himnos pero juntos, juntos, siempre
juntos...
39 y...
Cuarenta.
(TS...)
(TS...)