Ronda es, Andalucía

Si algún día me preguntaran.

Para ti, ¿qué es Ronda?

Tomaría aire y por mi cabeza pasarían todas aquellas estampas que dejaron esos viajeros románticos del siglo XIX, sentiría un pueblo único, de gente peculiar y de costumbres arraigadas por los años.

A mi retina llegarían bandoleros, pintores, escritores, restauradores, rockeros y toreros.

Me imagino, en una terraza, tomando una copa con vistas al Puente Nuevo acompañado de Hemingway, Welles, Picasso o José Luis Sampedro.

Vería al Maestro Ordoñez, lidiar por naturales en la más bella plaza del planeta taurino o pasear con una joven Carmina, calle Tenorio abajo, donde los acordes de guitarra del Maestro Falla hacen que un músico callejero, decore una bella tarde, antes de buscar la maravillosa vista del Tajo desde el Arco del Cristo.

Ronda sería para mí, la gente en la calle, las paredes encaladas con macetas de geranios, balcones inundados de flores, la mujer andaluza en su esplendor una tarde de primavera, el minarete de San Sebastián como testigo de un paseo con la mujer amada.

Ronda sería el refugio de los artistas, el romanticismo de una tierra espléndida, el mirador de la Sierra de las Nieves y la paleta de colores de un pintor de su tierra.

Ronda es albero, tablas y granito. Es color, es contraste, es olés de una tarde goyesca, son volantes rojos y lunares negros, y astas de toro apuntando a un cielo azul antes de tocar la gloria maestrante.

Ronda, como digo a todos aquellos que por primera vez la conocen, enamora y cautiva.

Y enamora.

Si algún día me preguntaran.

Para ti, ¿qué es Ronda?

Respondería.

Ronda es, Andalucía.

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