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4 de julio de 2015

Quiero que sepas

 
Un día, cuando menos te lo esperas, aparece un ángel.

Nada tiene sentido, la vida te da la espalda y el lado más cruel que toca vivir, el cuello está más cerca del fango que de la copa de los árboles y el aire sopla ráfagas en tu contra sin dejarte avanzar en esta aventura y apasionante historia llamada vida.

Todos hemos pasado alguna vez por eso, si te crees afortunada o afortunado por no haberlo vivido, te equivocas, para alcanzar y valorar según que cosas en la vida tienes que haber sentido que el mundo se hunde a tus pies y que el resplandor de la luz al final del túnel parece que no llega nunca.

Apuestas a perdedor y pierdes, bebes de la botella y te manchas, nada puede salirte peor y sale sin duda, pero quiero que sepas que es en ese preciso instante de mi vida cuando apareces y te encuentro, cuando gente como tú llegan a la vida de personas como yo, cuando surge la magia y el hechizo como salvoconductos al todo en forma de temores enmascarados de valentía, cuando me niego a creer y creo, cuando ante mi tengo un sueño y lo agarro fuertemente para que permanezca en mi interior por un solo momento, si esa es mi fortuna momentánea o siempre, si ese mi destino.

Quiero que sepas que nada sabe igual, que nada huele igual, que nada brilla igual desde aquella primera vez.

Quiero que sepas que mi piel memoriza tu tacto, que mis ojos reflejan tus hombros, que mis manos tocan tu pelo y que mis labios besan al aire aunque no estés, aunque tu presencia sea inmaterial y no la posea.

El latir de mi corazón crece a pulsaciones desatadas, la mirada se me pierde por mil y un rincones de tu estampa y soy poseedor del mapa de cada palmo de tu piel, porque has tenido la gentileza de ofrecérmela, de entregármela y hacerla mía aunque sólo hubiese sido por un instante. Quiero que sepas que con eso me vale y quiero que sepas que un solo contacto, una sola noche, un solo beso y una sola sonrisa es suficiente.

No hay reto, ni sueño, ni meta que alcance si no eres partícipe de ella, no hay palabra que no lleve impregnado tu ser, no hay doctrina en la que crea si tú no eres creyente, no hay día y noche si no lo comparto con el tuyo y la tuya, puede pasar el tiempo y no verte y puedo verte aunque el tiempo pase y eso, quiero que lo sepas.

Lo que soy es gracias a ti.

A cien paseos en silencio, a mil conversaciones con punto y final y otras mil sin poder acabarlas. La calma que mi palabra otorga, el aliento entrecortado que mis labios sosiegan en ti y renunciar a la felicidad permanente e inexistente en busca de los momentos únicos, inesperados, plenos y felices. Quiero que sepas que es gracias a ti y a todo lo que has aportado en mi por sencillo que pueda parecerte, por insignificante, corto y único que haya sido el momento.

Quiero que sepas que contigo el tiempo no lo mido en días, semanas, meses o en años. 1, 2 ,3, 4, 5... que aburrido ¿verdad? lo mido en sonrisas, en caricias, en palabras y momentos que quedan grabados a fuego en mi mente y sellados con tu piel en mi cuerpo.

Ningún amanecer volvió a ser igual desde que la luz del día atravesó las fisuras de aquella ventana, ninguna luna llena se reflejó como aquella en la que me hiciste creer desde tu paraiso, ni la oscuridad volvió a ser la misma porque en ella aportas la tenue luz que necesito para orientarme en los entresijos de ti, ningún atardecer da paso a la noche sin que emerja en mi el deseo de aquella aventura prohibida que robamos a la conciencia y al sentido común como dos seres sin nombre y apellidos, sólo cuerpo y alma, sólo piel con piel, y eso quiero que lo sepas.

Quiero que sepas que eres el destino de este loco soñador y aventurero de brújula desorientada, que aunque el sendero sea uno, no hay prisa por atajarlo. Que aunque yo marco sur, tu eres norte, que si eres mar, soy montaña, si eres sol yo soy luna. Tu eres camino y único destino, yo soy vereda en diferentes sentidos que convergen en ti, porque tú eres final y principio, el primer y último paso.

Tanto por aprender, tanto por vivir, tanto por sentir, tanto por gozar y quiero que sepas que todo empieza cada día, el contador de momentos y recuerdos siempre tiene cuerda y sitio para almacenar millones de nuevas historias, de vesanias aventuras y recuerdos con forma de locura.

Quiero que sepas que mil batallas perdidas no impiden mi victoria en la guerra, que a un tropiezo en el camino lo siguen diez pasos firmes y que el futuro no existe más allá de lo que el presente me otorga y me ofrece cada día para disfrutar.

Eres pasado y futuro que se unen a un presente vivo e intenso cuya filosofía es la que tú me has enseñado porque el tiempo es uno, el momento es único y nada pasa, todo queda, todo es presente porque la huella que deja no muere, no se marchita ni se desvanece convirtiéndose en pasado, se aviva y riega cada día para soñar con ser flor de futuro y pétalos interminables.

Quiero que sepas que las palabras fluyen solas, que habla mi corazón cautivo y escribe mi alma soñadora. Que la tinta es mezcla de herida en sangre y lágrimas emocionadas, que el papel es mi cuerpo y mi piel donde reposan besos desprendidos de aliento falto, palabras susurradas al oído y grabadas de modo selectivo en esa memoria que recuerda lo que siente y borra lo que quiere.

Eres lava del volcán, eres grito en el silencio, fuerte viento y no erosiona, eres cabo donde hay nudo, eres paso firme de un tortuoso camino, eres fuerza en la muestra de debilidad, eres balsa en el aceite, quietud en la marea y calma en la tormenta.

Quiero que sepas que soy tú, quiero que sepas que no soy nada, quiero que sepas que lo soy todo.

Quiero que sepas...